Intransigentes, exaltados, intolerantes y sectarios, así son los fanáticos, esos que en grado extremo de pasión o devoción hacia una ideología, una persona, un equipo deportivo o cualquier otra entidad, no tienen más verdades que las propias.
Estan presos en su ceguera emocional y asumen comportamientos irracionales en defensa de su ideario, no aceptan razones y bien sea que estén en orillas diferentes o no, entre fanáticos idiotas útiles se entienden, ellos con actitud despótica están preparados para pelear sin descanso, ven adversarios perdedores y saben que sino están con ellos, son inválidos.
Como en el fútbol, en la política se genera pasión y controversia, luego nada va a cambiar sino mejora la transparencia, la rendición de cuentas y la representación de la diversidad, así como en el deporte hay racismo y discriminación, falta inclusión e irrespeto, lo que determina un cambio incluye cultivar la objetividad, la empatía y la apertura mental.
Es fundamental estar dispuestos a escuchar diferentes puntos de vista, cuestionar las propias creencias y reconocer la humanidad en aquellos que no comparten nuestra devoción, para lo cual el reto está en invitar a las personas a informarse de manera equilibrada y buscar distintas fuentes de información.
No cabe duda, para la política se puede aprender del deporte: jugar en equipo, tener coordinación, estrategia y liderazgo, saber gestionar conflictos, además de alcanzar la capacidad de inspirar y movilizar a otros.
Es este el momento para dejar atrás a los idiotas útiles, esos que a pesar de ser considerados tontos o ingenuos, sirven sin darse cuenta para convalidar la incitación y el extremismo.
“El fervor y el entusiasmo se motiva, jamás se obliga”.
Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político