SE ALQUILA LEALTAD

 

Por lo general quienes se involucran en política reconocen en la lealtad un valor que implica fidelidad, compromiso y apoyo hacia personas, grupos o causas, lo que bien podría ser una simple adhesión a ciertos principios, ideales o líderes, pero que algunos mal asocian con
devoción ciega, incondicional e irracional a determinadas situaciones.

Casarse con causas políticas ha impedido que se promueva el pensamiento crítico y el respeto por las opiniones divergentes, luego lo que hizo curso fue la necesidad de mantener ejércitos con leales escuderos que defienden lo que sea por cuenta de lo que sea.

No cabe duda, la política debería tratarse de: sostener relaciones basadas en la confianza, el respeto mutuo y el compromiso sincero, pero adueñarse del pensamiento de las personas socava la convicción, la confianza y los principios individuales de cada ciudadano.

Vivimos en un mundo de transacciones y acuerdos superficiales, no se compran conciencias, se alquilan y, un mientras tanto, nuestros líderes siguen buscando personas en las que puedan confiar determinadas tareas que incluyen aplausos y vitoreos.

La lealtad se ha diluido frente a la capacidad para trabajar en equipo cuando de mantener cualidades de defensa, altamente valoradas, se trata.

Los políticos han generado dependencia para sostener círculos cercanos de aduladores que responsables incluso de defender lo indefendible,
y así desenvolverse frente a compromisos y decisiones que contradigan la misma lealtad con principios o personas en un ambiente competitivo y a menudo poco transparente.

“Si el jefe de partido se equivoca, entonces hay que salir a defenderlo a capa y espada, tapar el sol con un dedo”, el fanatismo obstaculiza la capacidad de encontrar soluciones equitativas y generar división en lugar de unión, lo cierto es que: “En politica podremos confiar en el adversario, de él o ella sabremos que esperar”.

Por FREDDY SERRA NO DÍAZ