Por: Enrique Martínez y Morales
Escribo este texto antes de conocer los resultados electorales del domingo. Con la jornada electoral se cierra un capítulo importantísimo en la vida democrática de nuestro país, por eso es importante que después de este momento comencemos una dinámica de reconciliación nacional, independientemente del resultado en las urnas.
La democracia es un sistema imperfecto, como lo somos los seres humanos y todas nuestras creaciones. A veces padece de errores generalizados, conflictos desgastantes y hasta tiranías de las mayorías. Sin embargo, la historia de ha demostrado que es el régimen político más viable y menos dañino, sobre todo cuando lo contrastamos con las dictaduras.
Las elecciones son el mecanismo y los partidos políticos el vehículo para acceder al poder. Las campañas suelen encender los ánimos y desbordar las pasiones, lo cual es válido y hasta deseable para motivar la participación ciudadana. El problema es cuando falla el estado de derecho y lo anterior degenera en violencia, encono y muerte.
Fueron más de 3 decenas de candidatos propietarios los asesinados durante la contienda, una cifra escalofriante y sin precedentes. Las manifestaciones de los grupos en disputa subieron de tono y alcanzaron niveles inusualmente agresivos. El odio vertido en las redes sociales contra los candidatos a todos los niveles dejará heridas difíciles de cerrar.
Quienes resulten ganadores, sobre todo los que accedan a los cargos ejecutivos en disputa, y principalmente el de presidente de la República, tendrán la enorme responsabilidad de iniciar una cruzada de reconciliación general. Para poder triunfar como sociedad y como país tenemos que estar unidos, todos, congregados en torno a un ideal nacionalista y un liderazgo incluyente. A nada bueno nos llevará la división social y las
posturas maniqueas prevalecientes.
Ya habrá tiempo para analizar el comportamiento electoral. El mensaje que los votantes han emitido a través de su sufragio en cada estado, en cada distrito, en cada municipio. Si la diferencia fue abrumadora, si el margen fue estrecho, si hubo voto cruzado. Incluso, quienes se abstuvieron, también están comunicando algo: quizá los actores políticos no supieron motivarlos o tal vez no consideraron que ninguna opción fuera la adecuada.
Finalmente terminaron las campañas. Descansaremos ya de los spots que saturaron durante tres meses la radio y de los espectaculares que llenaron el paisaje urbano.
Aunque faltarán meses para que los triunfadores asuman sus posiciones, es importante que en sus discursos llamen a la unidad, inviten a los adversarios derrotados a sumarse a su proyecto y sean magnánimos en la victoria.
Comienza una nueva etapa en la vida de México. Demos vuelta a la página, privilegiemos la unidad, erradiquemos los odios. Que sea para bien de todos.