El Cruce 2024

Clara Villarreal columnista

Por: Clara Villarreal

“De la mano de una amiga, cualquier desafío se convierte en una aventura inolvidable.”

El nueve de enero de este año recibí un mensaje por WhatsApp de Elsa, mi amiga desde hace 31 años. Nos conocimos en la escuela; aunque no éramos de la misma generación, nuestra amistad comenzó en un descanso durante la primaria. El mensaje llegó a las 12:11 pm y estaba acompañado de una fotografía que decía: “¡Felicidades Elsa María Cárdenas, ya estás inscrita!” y Elsa agregó: “¡Holaaaaa! Ya me inscribí a la carrera en Cancún… ¿te animas a nadar juntas?”, mi respuesta fue: “¡Claro!!!”. A las 12:46, envié mi mensaje con una fotografía que decía: “¡Felicidades Clara Villarreal, ya estás inscrita!”

Durante los siguientes cuatro meses, ambas tuvimos complicaciones en el entrenamiento debido a cuestiones personales y de trabajo. Sin embargo, nos mantuvimos atentas a nuestros avances y nos animábamos mutuamente a dar lo mejor en cada sesión de entrenamiento a la que podíamos asistir. Y así llegó el fin de semana tan deseado para nadar 3.8 kilómetros en El Cruce Cancún 2024.

El viernes 17 de mayo, mi vuelo llegó a las 12:00 pm al aeropuerto de Cancún. A las 12:32, Elsa estaba esperándome en la puerta 6 del aeropuerto en un coche rentado. Venía con su mamá, mi tía Elsa, y habían viajado desde Mérida por cuestiones de trabajo de Elsa. Nuevamente, las tres recordábamos viejos tiempos mientras nos dirigíamos al hotel.

Al pasar por la avenida Kukulcán, en un tramo pudimos ver el mar. Las olas eran altas y el mar estaba agitado, ideal para una bandera roja. Mis nervios comenzaron a intensificarse. Al ver el mar tan agitado, empecé a marearme y a sentir náuseas. Aquello era una locura; íbamos a nadar en aguas abiertas. En ese momento me di cuenta de la locura que estaba a punto de hacer.

El viernes fue día de check-in en el hotel y de registro en el Innovasport de Las Américas para la competencia. Nos entregaron una gorra blanca (que, por cierto, no combinaba en absoluto con mi traje de baño azul rey con detalles en rosa, mis goggles rosas con azul ni mi boya rosa, cosas de ser consultora de imagen, jajaja), la playera oficial y un chip que se lleva en el tobillo para registrar nuestros tiempos el día de la competencia. Compramos nuestros números de competidor en tatuaje: el de Elsa era 2455 y el mío, 2456.

Ahí mismo conocimos a Cris Balcázar, una buceadora que promovía “Saving Our Sharks Foundation”. Esta organización sin fines de lucro cuenta con 13 años de operación y ha sido respaldada por diversas alianzas en el sector gubernamental, social y privado en Quintana Roo y México.

Estas alianzas apoyan principalmente la investigación y conservación de tiburones en el Caribe Mexicano. Gracias a la Iniciativa Tiburón de Isla Mujeres, miles de tiburones han sido salvados desde julio de 2022. Los pescadores de tiburón, conocidos como “maestros del mar”, han cambiado sus artes de pesca para rehabilitar las importantes poblaciones de tiburones que habitan y visitan el Caribe Mexicano.

Este esfuerzo representa grandes beneficios para los ecosistemas marinos debido al rol biológico de los tiburones, que controlan la salud de las poblaciones de peces al consumir los peces más débiles y enfermos. La iniciativa tiene un impacto a nivel regional e internacional, ya que algunas especies de tiburones viajan hasta Estados Unidos y Sudamérica.

Ya me conocen, y con tal de aportar mi granito de arena, me compré mi gorra oficial de la fundación y los invité a mi programa de radio. Todo el dinero recaudado por la venta de productos y accesorios se destina a apoyar a los “maestros del mar” en la adquisición de equipos y en su transición de la pesca a la investigación.

Los mareos y el nervio seguían, noticia de último minuto en los grupos de WhatsApp, el puerto está cerrado, el viento dobla las palmeras y el oleaje del mar era intenso. ¿seguirá así el viento mañana?, ¿acaso se cancelaría el evento?

 

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