Por: Liébano Sáenz
Acabar con la democracia es parte del proyecto de cambio expresado en una iniciativa presidencial de reforma constitucional que implica destruir el régimen republicano de división de poderes, de legalidad, de elecciones justas e imparciales y de representación política de la pluralidad
La normalidad democrática alcanzada desde los comicios de 1997 está amenazada, bajo dos fuegos, la parcialidad de las autoridades, encabezadas por el presidente López Obrador, y el dominio del crimen organizado en amplios territorios del país.
La Constitución es clara respecto a la obligación de todas las autoridades de mantenerse ajenas al proceso electoral, fundamental para la equidad en la contienda. No ha ocurrido así y desde hace tiempo, desde Palacio Nacional se ha asumido una postura no sólo parcial, sino protagónica, que ha tenido efectos perniciosos sobre el proceso en marcha rumbo al 2 de junio.
La reversión democrática no es interpretación, no es un recurso retórico propio de las campañas, acabar con la democracia es parte del proyecto de cambio de régimen expresado en una iniciativa presidencial de reforma constitucional que implica destruir al régimen republicano de división de poderes, de legalidad, de elecciones justas e imparciales y de representación política de la pluralidad.
La eliminación de los órganos constitucionales autónomos afecta la certeza de derechos, la concurrencia de los particulares en la economía y la justa competencia, además de la transparencia y la rendición de cuentas. También implica militarizar la vida pública y asignar a las fuerzas armadas la seguridad pública que debe estar a cargo de mandos civiles.
La marea rosa ha tenido como constante defender a las instituciones de la democracia. El INE, la Corte y las libertades. Su base es ciudadana porque quienes participan lo hacen a partir de tal condición y no por afinidades o pertenencias partidistas. Es política porque la movilización busca frenar la embestida antidemocrática y en su última fase es inevitablemente electoral, porque ganarle la partida al proyecto autoritario se da en las urnas, llevando al poder a quienes suscriben y hacen propias la exigencia ciudadana por una democracia eficaz y que haga valer el derecho a la vida, a la verdad y a la libertad.
Acudir al Zócalo este domingo 19 de mayo y a las concentraciones en otras partes del país, es cita previa a lo fundamental, votar por los candidatos que hagan de la voluntad ciudadana mandato para hacer valer libertades y consolidar la democracia.