Por: Mayté Garcia Miravete
En el complicado panorama político de México, marcado por la polarización y la confrontación, surge una imperiosa necesidad de cultivar una cultura política fundamentada en el diálogo, el respeto y la tolerancia. En el contexto de las elecciones de 2024, este enfoque adquiere una relevancia aún mayor, ya que el futuro de nuestro México, depende en gran medida de la capacidad de los ciudadanos y líderes políticos para colaborar constructivamente y buscar soluciones compartidas ante los desafíos que enfrenta nuestro país.
La historia política reciente de México ha estado plagada de divisiones y antagonismos, donde el debate público se ha visto eclipsado por la descalificación y la confrontación. Este clima hostil no solo ha obstaculizado el progreso y la cooperación entre las diferentes fuerzas políticas, sino que también mina la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas y en el propio proceso electoral.
En los debates políticos de este proceso electoral, hemos presenciado desde descuidos en la comunicación de mensajes, comportamientos poco convencionales, hasta una avalancha de promesas difíciles de retener para el público promedio, la sustitución de una oratoria persuasiva por la monótona lectura de discursos, junto con los frecuentes ataques lejanos de una estrategia de contraste y argumentación inteligente, así como el uso de apodos destinados a menoscabar la credibilidad del oponente, han sido las características habituales de estos encuentros políticos.
En este sentido, es necesario promover una cultura política de diálogo como una tarea urgente. Esto implica no solo fomentar la apertura al intercambio de ideas y opiniones divergentes, sino también cultivar un ambiente de respeto mutuo y tolerancia hacia las diferentes perspectivas políticas y sociales que se presentan durante un debate.
Hemos de señalar, que es muy probable que las expectativas de la ciudadanía para estos días que restan de campañas, así como para el próximo debate presidencial del 19 de mayo, sean altas. La ciudadanía confía en que los candidatos se enfoquen en los temas que más les preocupan, como la seguridad, la economía, la salud y el medio ambiente, presentando propuestas claras y viables. También quieren ver un compromiso genuino con la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto hacia sus oponentes.
Por lo que la atención del electorado estará centrada en la mirada hacia las y los candidatos para que aborden las preocupaciones reales de la población y presenten soluciones prácticas y realistas. Quieren ver un debate constructivo que les permita conocer a fondo las posturas de cada candidato y evaluar quién está mejor preparado para asumir el cargo presidencial, dejando de lado los tediosos que, y aportando los cómo se logrará cada propuesta, cada idea.
Es por ello que, en este tercer y último debate, las candidatas y el candidato a la presidencia, consideramos, deben utilizar un tono más sereno y respetuoso, con más espacio destinado por cada uno para presentar sus propuestas de manera más detallada y convincente. En general, el tercer debate puede ser un momento crucial para que los candidatos conecten con la audiencia y presenten sus propuestas de manera más convincente, utilizando una argumentación poderosa y exenta de falacias, todo ello, sin dejar de lado el mantener un tono respetuoso sin intercambios agresivos, ya que esto puede perjudicar, además de su imagen, la confianza de los votantes.
El debate político durante las campañas electorales es fundamental para el proceso democrático. A través de este, las y los candidatos tienen la oportunidad de presentar sus propuestas y convencer a los votantes de que son la mejor opción. Son momentos cruciales en cualquier campaña política. Los debates no solo son una plataforma donde los candidatos pueden exponer sus ideas y propuestas, sino también un escenario donde se pone a prueba su capacidad de comunicación, persuasión y manejo de la presión. Para los ciudadanos, los medios de comunicación e incluso los mismos contendientes, entender qué esperar de un buen debate es esencial para la salud democrática de la nación.
Es por ello que insistimos en que el construir una cultura política de diálogo y respeto es una responsabilidad compartida entre todos los actores políticos y sociales de México. Desde los líderes políticos hasta los ciudadanos comunes, cada individuo tiene un papel que desempeñar en la promoción de valores democráticos y en la construcción de un país más justo, inclusivo y próspero.
En las elecciones de 2024, tenemos la oportunidad de impulsar este cambio hacia una cultura política más sana y constructiva. Dejemos atrás las palabras que dividen y unamos esfuerzos para crear un México donde hablar y debatir de forma respetuosa sea fundamental para nuestra democracia. Solo así podremos avanzar hacia un futuro de progreso para todos.