Fosas clandestinas con restos humanos entre Iztapalapa y Tláhuac en CDMX.
Cecilia Patricia Flores, liderando el grupo de buscadores, llegó a la CDMX en una misión especial para apoyar a las familias de desaparecidos. Tras recibir una llamada anónima con coordenadas precisas, se dirigieron al lugar y se toparon con la espeluznante escena: un crematorio clandestino aún caliente, donde el horno había estado activo la noche anterior.
El descubrimiento de cientos de identificaciones y osamentas dispersas en la fosa revela el horror de la tragedia. Aunque no se puede precisar el número exacto de cuerpos, la magnitud del hallazgo es abrumadora, con evidencia de que esta práctica atroz ha estado ocurriendo durante años.
Sin embargo, la labor de los buscadores se vio obstaculizada por la ausencia de apoyo de las autoridades. A pesar de solicitar seguridad, la Guardia Nacional no respondió a su llamado, dejándolos desamparados en un momento crítico. Además, la falta de respaldo económico y herramientas por parte de la Comisión Local de Búsqueda refleja la negligencia oficial frente a esta grave problemática.
El temor se apoderó del grupo cuando notaron ser observados y fotografiados por personas sospechosas. Ante el riesgo inminente, decidieron retirarse y comunicarse con las autoridades para informar del hallazgo. Sin embargo, su precaución resultó insuficiente, ya que los restos de un bebé desaparecieron misteriosamente, presumiblemente robados por individuos desconocidos.
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