Pedro Isnardo de la Cruz
“Lo que tengo en mí se escapa al espectador”. Hamlet,
W. Shakespeare.
El espectáculo de la polarización en el segundo debate casi se ahoga por la multitemática.
Será una sorpresa que se rebase la audiencia de cerca de doce millones de audiencia presentada en el primer debate.
Xóchitl Gálvez se mostró menos improvisada, con mayor entrenamiento retórico y más incisiva en focalizar sus embates machacando temas escándalos para el proyecto de nación de la 4T.
Logró disipar así la candidata de la coalición opositora la bruma, el exceso de presión y la sobre preparación que evidenció en el primer debate.
Gálvez prometió mostrarse auténtica y en su ofensiva permanente no logró producir afectación emocional en la candidata morenista.
Claudia Sheinbaum eligió contestar alguna de las embestidas de Xóchitl y se permitió la réplica a Xóchitl de “Candidata Corrupta”.
Con “Narco candidata” quiso denigrar Xóchitl a Sheinbaum.
No es claro si ello podrá trascender a su favor en el post debate y en el resto de la campaña presidencial.
Con “Candidata de las Mentiras” Xóchitl recreó sus dardos a la morenista y si no le funciona, puede ser una espuma que se esparcirá sin mayor efecto.
Xóchitl buscó brillar desde la confrontación, la provocación y la descalificación de las obras, acciones y políticas del gobierno de AMLO, además de cuestionar los resultados del gobierno capitalino de Sheinbaum.
Sheinbaum logra evitar incurrir en algún error político o improvisación inmanejable defendiendo los méritos del proyecto de la 4T encabezado por el Presidente AMLO.
Máynez por ejemplo, mantuvo su posición como candidato que privilegia la propuesta, aunque sus round de sombra los asestó de manera indiferente a Xóchitl y al ex presidente Fox y, ahora, para oxigenarse de legitimidad, espetó a Sheinbaum una crítica frontal a su presunta responsabilidad con la tragedia de la línea 12 del metro capitalino.
Las candidatas Claudia y Xóchitl consolidan su posición polar, recrean con ambos debates sus bases de apoyo, sin que Xóchitl haya logrado asestar golpes fulminantes.
Se mantiene intacto el juego de las apariencias, del disimulo, de las verdades a medias, de la confrontación de las propuestas entre candidatas punteras en temas clave para el país.
Y los momentos de oro del debate carnaval está en el disenso-burla, la desvirtuación de proyectos y alianzas encarnadas entre adversarias y el consenso bipolar de la discordia.
En el espejo de las realidades, la anti política campea.
En el espejo de las apariencias, el dominio del debate puede atribuirse a favor de Xóchitl por su combatividad, aunque su ímpetu y coraje crítico anula sus posibles cualidades prudenciales.
Máynez avanza en conquistar un tenue nicho de mayores electores jóvenes y ciudadanía harta de la polarización.
Al refrendar su dominio de las circunstancias, de su posición hegemónica en la elección presidencial, Claudia Sheinbaum mantiene su ritmo hacia la victoria.
Sin embargo, a nivel mediático, Sheinbaum deberá proyectar cualidades políticas que empezó a mostrar en la noche de ayer, pero que deberá proyectar en el tercer debate presidencial: madurez de juicio y agudeza con las que decidirá respuestas viables a delicados problemas que el país demanda.
Caminar en la cuerda floja de la política, siempre puede derivar en la venganza de la realidad.