Irene Muñoz
En un entorno donde la modernidad parece abrazar todos los aspectos de la vida cotidiana, resulta paradójico que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) dirigido por el Contralmirante José Ramón Riviera Parga es uno de los principales puntos de conexión aérea de América Latina, navegue a través de turbulencias administrativas y de infraestructura que limitan su potencial. Las malas decisiones han apuntado en caídas de viajeros nacionales y reducción de ingresos.
La reciente decisión de la Secretaría de Marina (Semar) de invertir en la renovación de la Terminal 1 es un paso en la dirección correcta, aunque plantea interrogantes sobre la temporalidad y continuidad de tales esfuerzos bajo futuras administraciones, así como la deuda que persiste y se paga con el TUA por la elimininación del Aeropuerto de Texcoco, tema que continuará por años.
El anuncio de una partida de 5.5 millones de pesos destinados a la realización de un proyecto ejecutivo para la expansión y mejora de las salas 1 a 9 de la Terminal 1 del AICM es una noticia que, a primera vista, genera optimismo. La Terminal 1, que recibió más de la mitad de los 48.4 millones de pasajeros que transitaron por el AICM el año pasado, es el corazón pulsante de nuestro principal aeropuerto. Sin embargo, la caída del 5.3% en el tráfico de pasajeros durante el primer trimestre del año subraya la urgencia de repensar y revitalizar su infraestructura, que ha sufrido no solo por decisiones administrativas como la reducción de slots sino también por deficiencias estructurales prolongadas.
Además es vital destacar que las mejoras no deben limitarse a aspectos estéticos o superficiales, ese aeropuerto requiere de cirugía mayor. La necesidad de un cambio estructural a partir del abandono gubernamental desde 2018, y que tuvo intento de recuperaión a de los esfuerzos en la Terminal 2, que contaron con un proyecto que incluyó una recimentación debido a problemas serios de hundimiento, refleja la magnitud de los desafíos que enfrenta el AICM, un aeropuerto que sigue lidiando con los efectos geológicos de su ubicación y el crecimiento urbano.
Lo que se requiere hoy es contar con una visión a largo plazo y que trascienda administraciones. La actual iniciativa, aunque prometedora, finalizará su fase de diseño justo antes de la transición del actual gobierno, dejando la ejecución y posibles ajustes en manos de la siguiente administración, misma que en caso de que gane el partido Morena, y a partir del anuncio de continuidad en la política del actual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que ha anunciado Claudia Sheinbaum, y que ha generado un desden a la industria, podemos observar que el turismo y la infraestructura aeronáutica no son relevantes hoy ni en el futuro del Gobierno de México.
No se puede ignorar la voz del sector de aerotransportes, Diana Olivares, de Canaero, ha insistido en la necesidad de definir un plan de acción claro que no solo aborde las mejoras necesarias sino que también redirija los ingresos generados por la tarifa de uso de aeropuerto (TUA) hacia la mejora continua de la infraestructura, pero hay que recordar que ese impuesto en lugar de ser destinado para lo que está hecho, forma parte del pago de deudas de bonos del proyecto abortado del aeropuerto de Texcoco, y el plazo de pago continuará por varios años más. Esas voces hasta hoy no tienen escucha.
Ante esto, la renovación de la Terminal 1 del AICM es más que una necesidad; es un imperativo que debe perseguirse con visión y continuidad, y seguirla parchano no es la respuesta. Es esencial que asuman un compromiso irrevocable con la modernización y el fortalecimiento de nuestra puerta principal de entrada del mundo, asegurando que el AICM no solo recupere su capacidad de servicio previa a la pandemia, sino que la supere, convirtiéndose en un verdadero hub internacional de primer nivel, al que está a año luz de lograrse después de las ocurrencias y malas decisiones del Gobierno de México.