Estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa tomaron las calles de la capital de Guerrero y se dirigieron hacia las instalaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE), donde desataron una protesta llena de fervor y reclamos de justicia. Armados con petardos y bombas molotov, los jóvenes no solo irrumpieron en el recinto, sino que procedieron a incendiar los vehículos encontrados en el estacionamiento.
La protesta se gestó rápidamente después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador revelara la fuga de un policía implicado en un asesinato, exacerbando el sentimiento de impunidad y falta de justicia que ha caracterizado al caso Ayotzinapa y a otros muchos en el país. Los estudiantes, que llegaron en un convoy de seis autobuses, demostraron una vez más su determinación por buscar respuestas y justicia para sus compañeros desaparecidos y para aquellos que han sido víctimas de violencia estatal.
A pesar de los intentos de la Policía del Estado y de la Guardia Nacional por contener la situación mediante el despliegue de equipos antimotines, los manifestantes encontraron la fachada de la FGE desprotegida, lo que facilitó su acceso. La ausencia de un resguardo efectivo permitió a los normalistas tomar control de la situación sin encontrar resistencia.