Es momento de barajar y dar de nuevo. El gobierno nacional busca sentar las reglas del juego y no concierne el diálogo como negociación. Una lógica económica que choca a 200km/h contra un establishment político que está pasmado.
Javier Milei, una vez más, demuestra que no está hecho de la misma madera que la dirigencia política tradicional. Desde sus movimientos tácticos para la vinculación con otros actores del tablero hasta su estilo discursivo y las plataformas elegidas, estamos frente a un presidente no tradicional (al menos no en la tradición de la República Argentina).
El reclamo candente en torno a la correspondencia legal y política en torno a los recursos, es solo un capítulo más. El reclamo del gobernador de Chubut acompañado por otro tanto grupo de gobernadores que se encontraría potencialmente en una situación similar, al igual que la potestad que tiene Nación para retener y cobrarse deuda sobre la coparticipación, es tan solo una evidencia más de que necesitamos desarrollar nuevos mecanismos para analizar al presidente.
Usar solo los anteojos del pasado para analizar las acciones del león sólo llevan a un callejón sin salida. Estamos frente a un dirigente que lleva adelante una causa, una epopeya que, en principio, no es reelegirse ni construir poder político propio, al menos a la vieja usanza. Un cisne negro, en estos jóvenes 40 años de democracia.
Javier Milei asumió el 10 de diciembre de 2023, con la necesidad de sostener lo que lo llevó hasta ahí: un cambio. En la sociedad argentina existen pocos consensos, aunque sin dudas el agotamiento del sistema económico, social y político permitió que el 56% de los argentinos elija cambiar. Consenso contingente, precario y hasta incluso con numerosos significantes vacíos; más aún cuando se asume el poder sin estructuras nacionales consolidadas, sin gobernadores propios y sin mayorías legislativas en al menos alguna Cámara. ¿Acaso la situación bajo la cual asume no es también excepcional?
Frente a semejante escenario, lo esperable era que a partir del 11 de diciembre se establezcan puentes de diálogo que le permitan conciliar acerca de cuáles eran aquellos cambios indispensables para enderezar el rumbo del país y frenar, entre otras cosas, la tan ansiada inflación. Sin embargo, por fuera de las expectativas tradicionales, Milei elige salir del molde porque está fehacientemente convencido que ha sido elegido en un contexto sumamente complejo, bajo una misión de trascendencia: ser la persona que logre frenar la inestabilidad económica histórica en nuestro país. Es a partir de esa férrea convicción, apoyada además en la creencia social asociada a la existencia de una casta causante de gran parte de los problemas acuciantes en la Argentina, que se explica el accionar del gobierno nacional.
Es momento de barajar y dar de nuevo, de traer a la mesa de discusión aquellos temas que se asumían como cerrados y de redefinir posicionamientos. Sin dudas, el gobierno nacional busca sentar las reglas del juego y no concierne el diálogo como negociación. Existen determinados puntos vinculados al equilibrio fiscal sobre los cuales no existirá negociación debido a que existe la convicción que el fin justifica los medios.
Una lógica económica que choca a 200km/h contra un establishment político que está pasmado y que reacciona aunque, en gran parte de las situaciones, le demanda entrar a discutir en el encuadre que el gobierno nacional desea y bajo sus propios términos. Como vimos durante buena parte de la campaña y ahora en el gobierno, una vez más, el oficialismo nacional imponiendo agenda.
En concreto, el alzamiento de los gobernadores frente a este nuevo escenario, puede derivar en una reconfiguración que pase del eje dicotómico AMBA versus el interior del país, hacia las provincias versus la Nación. ¿Qué tienen las partes para ganar? Por un lado, el presidente considera que la única posibilidad es el ajuste conjunto y que la manera de aplicarlo es sin consultas previas y se apoya para ello en el mandato popular y la arena, aún fértil, del despilfarro público. Por el otro lado, las provincias reclaman por algo que entienden le es propio: sus recursos. Concomitantemente lo que sucede es que aquellas provincias que aportan menos a la masa productiva total, también empezarán a preguntarse -al menos internamente- cuál es la parte que le corresponde que se le redistribuya en función de su aporte.
En definitiva, ¿queda espacio para que gane el conjunto social? Independientemente de que se comparta o no con las formas en las cuales se está dando la discusión -cuestión nada menor y que justifica un análisis en sí mismo-, están colocándose sobre el tapete de discusión temas que hacía alrededor de dos décadas que no se trataban con tal firmeza: coparticipación y federalismo. Corresponde al Poder Judicial colocar punto final a esta cuestión. Empero, el saldo que queda en términos de conjunto social, es la reactualización de discusiones que, en otras épocas, se creían saldadas y que, muy probablemente, sean un continuum al menos de los próximos meses de gestión.
Lucia Bonetto Cornatosky – @luciabonettoc : Estrategia y comunicación política. Magister en Comunicación Digital Interactiva por la UNR y Licenciada en Ciencia Política por la UCC. Coautora del libro “Para ganar se necesitan votos, ¿sabés dónde encontrarlos?”
Mario Rodríguez @mariorodrigue_z – Consultor político y estratega, especializado en abordaje territorial. Magister en Gobernanza y Comunicación Política por la George Washington University. Coautor del libro “Para ganar se necesitan votos, ¿sabés dónde encontrarlos?”