Por: Liébano Sáenz
Las iniciativas de reforma del Ejecutivo federal se dirigen a la devastación del sistema democrático y esto es lo que ha movilizado a muchos ciudadanos a salir a la calle. Pero la historia no acaba ahí, más bien inicia. La siguiente aduana es el sufragio efectivo
En las elecciones se sobreponen dos planos: por un lado, el interés de los partidos y sus candidatos para ganar votos; por el otro, la decisión de la sociedad respecto a lo que cada proyecto político representa. Debe entenderse que la sociedad es una abstracción o un caleidoscopio, una suma de muchas personas, intereses y grupos. A pesar de esta diversidad hay temas comunes: la libertad, la democracia y una convivencia en civilidad fundada en la ley.
La expresión ciudadana del pasado domingo es del segundo plano, una movilización para defender a la democracia. Somos muchos, a pesar de nuestras diferentes historias e identidades, quienes advertimos que la democracia está en peligro. No es permisible que la confianza o la indiferencia abra espacio para la pérdida del mayor logro de nuestra generación: la construcción del edificio democrático.
Desde luego que hay muchas insuficiencias, la más grave es la impunidad, que ahora abre espacio a la creciente relación del crimen organizado con el poder político. También está la exclusión de muchos mexicanos del bienestar a pesar de los logros económicos de los últimos treinta años.
No se puede minimizar lo pendiente, pero esto se resuelve con más y mejor democracia, con más y mayores libertades, con reformas institucionales y políticas públicas. No se resuelve con coartadas, con el regreso del hiperpresidencialismo al margen de la rendición de cuentas, la transparencia y los equilibrios públicos. Tampoco debilitando al sistema de justicia, porque la única manera de combatir a la impunidad es con la ley en la mano.
La polarización ha llevado a la degradación del lenguaje y de la vida pública. Para algunos la exclusión no sólo es permisible, sino obligada. Las iniciativas de reforma del Presidente se dirigen a la devastación del sistema democrático y esto es lo que ha movilizado a muchos ciudadanos a salir a la calle. Pero la historia no acaba ahí, más bien inicia. La siguiente aduana es el sufragio efectivo. Que los ciudadanos puedan decidir en libertad y en condiciones de razonable equidad, votar por la propuesta autoritaria o dar curso a una democracia fortalecida con la nueva expresión ciudadana.