Federico Döring
Este año, Morena entregará la Ciudad de México a la oposición. Lo saben y es por ello por lo que están más pendientes de lo que Santiago Taboada hace, que por atender sus propias deficiencias que, justamente, los han llevado a ser detestados por los capitalinos.
El jefe de Gobierno, Martí Batres, no hace otra cosa más que estar atento a las actividades del virtual candidato de la oposición. Inspecciona minuciosamente lo que trae entre manos para poder opinar y criticar, en vez de analizar lo que realmente se ha dejado de hacer en la gestión del gobierno, desde que Claudia Sheinbaum estaba al frente.
Fallas en el transporte, accidentes en las construcciones y una serie de eventos desastrosos han llevado al gobierno a perder el foco en lo que debería ser su primordial objetivo: el bienestar de los ciudadanos. Están tan atentos a lo que la oposición hace, que son incapaces de ver lo que ocurre bajo sus narices.
El jefe de Gobierno está más preocupado por monitorear la cuenta de X (antes Twitter) de aquel a quien le va a entregar el gobierno, que por supervisar las obras públicas de la ciudad.
A menos de 10 días de la reapertura total de la Línea 12 del Metro, el gobierno se vio forzado a retirar un tren en el servicio del tramo elevado por fallas, lo que llevó a horas de caos en la vida de los ciudadanos que dependen de este medio de transporte. ¿De qué otra forma iba a ser si las obras fueron ejecutadas y supervisadas por el mismísimo José María Riobóo, el constructor predilecto de López Obrador? Dejaron la Iglesia en manos de Lutero. Otro fiasco más de obras mal hechas y ejecutadas.
Las obras de Morena tienen como común denominador la siniestralidad, por su pésima planeación y peor supervisión. Esta semana también fuimos testigos de la caída de un muro de contención del terriblemente concebido Tren Maya, dejando detrás tres trabajadores heridos.
En la construcción del Tren Interurbano, una dovela de 90 toneladas cayó, por fortuna sin vidas que lamentar, pero que dejó ver la laxitud en la supervisión de la obra, pero eso sí, con la gran celeridad con la que buscan responsabilizar a terceros, como la constructora o los encargados de supervisión, pero ¿en dónde está la responsabilidad del gobierno?
Esto explica, entre otras cosas, la caída en la aprobación del jefe de Gobierno, de acuerdo a la más reciente encuesta de grupo Mitofsky. Desde octubre a la fecha, Batres viene en plena picada, y nada tiene que ver con la política, sino con su ausencia y enfoque en temas que son meramente electorales.
Está tan atento y preocupado por lo que pasa en la banqueta de enfrente, que ha olvidado por completo la ciudad que gobierna. La sequía de agua (y de ideas) está sobre él y no hace otra cosa más que estar pendiente de sus opositores, que le arrebatarán la ciudad para corregir lo que ellos no pudieron hacer