Los debates parlamentarios de 1916 y 1917 realizados en Querétaro son majestuosos.
Se habló con verdad, pasión, razón y valentía.
El talento de los diputados constituyentes apuntaló un gran proyecto nacional, cristalizó los sueños de la República con visión justiciera y reconciliatoria.
Nació una Constitución muy nuestra, delineaba lo que pretendíamos alcanzar, cómo vivir con libertades al tiempo que con justicia social.
En el Aniversario de nuestra Carta Magna, el Gobernador Constitucional de Querétaro, Mauricio Kuri, presentó ante un amplio auditorio compuesto por personajes clave de los tres órdenes de gobierno, un discurso muy sensato del cual queremos retomar algunas de sus partes.
Lo hacemos porque es una pieza de oratoria que nos permite reflexionar el presente con esperanza firme hacia el porvenir mexicano.
“La Constitución es un documento que define nuestra convivencia como nación. La Constitución surge de la necesidad de renovar la vida pública, de concretar los anhelos del pueblo hechos revolución y de pacificar el país”.
Continúa el Gobernador Kuri reflexionando sobre lo que sucedía entonces:
“Renovar la vida pública no era sólo una necesidad era una urgencia, el porfiriato había centralizado el poder, asfixiado la libertad, y clausurado la movilidad social. México desfallecía de hambre de pan, pero también de hambre de libertad; concretar los sueños revolucionarios era aproximar a los mexicanos a la justicia, a la igualdad, a la democracia y a la reconciliación”.
Libertad e igualdad no se contraponen, dice Mauricio Kuri “(…) se complementan, democracia y reforma social solo sobreviven si van juntas. La confrontación en México siempre ha sido brutal, una erupción que consume y avasalla. Por el desacuerdo se pierde el impulso inicial de la Independencia, por él se nos arrebata medio país, por él México pierde tras la Revolución dos décadas de desarrollo”.
Continúa: “La realidad impone que el marco jurídico se adapte a la realidad siempre cambiante. Bajo esta verdad, debemos hacer un llamado para que la sustancia de la Carta Magna se mantenga vigente. Aquello que los federalistas norteamericanos llamaron el espíritu de la nación, persiste en el núcleo de la Constitución de 1917”.
Expresa el Gobernador Kuri que “(…) en estas tres premisas: renovación de la vida pública, hacer de la Revolución la ley y pacificar a México, se funda el país que hoy tenemos, esta fecha nos invita a no olvidarla”.
Veamos las premisas.
- Renovación de la vida pública.
El país ha tenido etapas histórico-políticas convulsas. En el caso del ciclo posterior al periodo revolucionario de 1910 y el constitucionalista de 1917, señaladamente destacan el magnicidio de Álvaro Obregón, la represión estudiantil bajo el gobierno del régimen de Díaz Ordaz como el más sangriento y el asesinato del candidato presidencial priísta Luis Donaldo Colosio.
La decadencia de la hegemonía del PRI a nivel presidencial y en las elecciones locales después de varias décadas de reinado post revolucionario, la confirmación de procesos de pluralismo político partidista gubernamental con alternancia federal y local, la dinámica de cambio con gobiernos divididos, al no otorgar o arrebatar mayorías calificadas en congresos federal/estatales, todo ello es posible que haya coadyuvado a renovar los resortes de la vida pública nacional.
Lo que es indudable es que la gente sabe cada vez más si el carácter mítico y lejano de la Carta Magna 1917 -la conquista de derechos, libertades y un estado de bienestar menos injusto-, ha sido, es o puede ser letra muerta, en manos de quienes gobiernan o desean (re) conquistar el poder.
- Hacer de la Revolución la ley.
La no reelección -prácticas maderistas que hemos logrado preservar en la esfera de la Presidencia de la República y los gobiernos de los estados del país-, debe seguir siendo la práctica de mayor riesgo de muerte política para quienes lo intenten, y parte de nuestro legado a las futuras generaciones.
La eficacia del sufragio efectivo ha sido parte de la lenta pero persistente democratización política nacional.
El que fuese arrebatada el control de la aritmética electoral de nuestros procesos electorales a la Secretaría de Gobernación en plena era priísta, el avance a la ciudadanización de las instituciones electorales, el todavía por madurar sistema de órganos jurisdiccionales electorales que nos hemos dado, la absurda spotización de los procesos electorales que vacían de sustancia, interés y auténtica/equitativa competencia a múltiples procesos electorales en todo el país, todo ello debe ser objeto de una valoración para reformar nuestro sistema político electoral.
III. Pacificar el país.
Ante la elección presidencial de 2024, el Estado mexicano tendrá una nueva oportunidad para demostrar su capacidad de preservar escenarios de paz generalizados.
Volvamos al discurso de Kuri:
“(…) no hay mejor momento que este para hacerle un llamado a la mesura, para convocar a la unidad y a la reflexión (…)” .
Un discurso que justo hoy hace falta escuchar: la importancia de la unidad para la pacificación y la renovación de la República.
Debemos asumir que ello debe ser prioridad de agenda nacional.
Veremos los escenarios electorales que implica para la próxima Presidencia de la República respecto a la necesidad de garantizar un proceso de negociación eficaz para el funcionamiento de la división de poderes, dar cauce a la gobernabilidad y encabezar un proceso de reconciliación nacional.
Estamos pues en medio de una prueba invaluable sobre nuestra praxis o no de los idearios maderistas revolucionarios.