Raúl Contreras Bustamante
La violencia contra las mujeres —incluyendo al feminicidio— no es un fenómeno de reciente surgimiento, sino la tolerancia de un antiguo sistema de dominación que se basa en la impunidad y la indiferencia.
El pasado miércoles 7 de febrero, tuvo verificativo en la Facultad de Derecho de la UNAM un conversatorio para analizar la obra Feminicidios: una historia mundial, de la autora francesa Christelle Taraud, que hace un recuento histórico de la permanente e incesante guerra contra las mujeres; y se centra en mostrar que ha estado presente en todo el mundo, desde hace miles de años.
A instancias de la Embajada de Francia en México se organizó este interesante análisis que convocó la presencia de jóvenes estudiantes, en una repleta Aula Magna, quienes escucharon con gran interés las enseñanzas de la invitada.
Taraud dijo que a pesar de que el concepto “feminicidio” es de reciente acuñamiento, este fenómeno de violencia en contra de las mujeres no surgió en la era contemporánea. Por el contrario, ha sido justificado, tolerado, normalizado, incluso invisibilizado a lo largo de los siglos. “Las sociedades del pasado y del presente han convertido el feminicidio en una costumbre y una práctica social”.
Aseveró que el feminicidio tiene diversas variantes, que va de ser un fenómeno que padecen las mujeres en lo individual e incluye diversos tipos de violencia desde que nacen hasta su muerte. Puede ser también colectivo, de masas, de Estado, incluso genocida.
Con respecto a esto, puso como ejemplo, primero, la cacería de brujas en la Edad Media y la Edad Moderna en Europa, consistente en ejecuciones de mujeres en masa, dictadas por tribunales eclesiásticos que se justificaban en sanciones por supuesta herejía, brujería o el uso de la magia.
El más reciente, es el genocidio silencioso de niñas en China e India, donde la preferencia por los hijos varones ha conducido a optar por el aborto selectivo; es decir, evitar el nacimiento de personas por el simple hecho de ser mujeres. Calcula que millones de niñas que no llegaron a nacer, fueron asesinadas tras el parto o murieron en la infancia por negligencia alimentaria y médica.
La explicación a éstos y otros horrores que han sufrido las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad, se basa en una creencia: la supremacía masculina, que se ha caracterizado por la opresión, discriminación, explotación y exclusión social de mujeres y niñas; legitimadas por una percepción social que las desvaloriza y las degrada; y todo ello, potenciado con la impunidad social y judicial. A lo que sentenció: “El patriarcado no es humano”.
La autora francesa dijo algo que cimbró al auditorio: El feminicidio no es un simple homicidio, sino una ejecución. Porque quien lo comete —que por lo regular es una persona que guarda una relación íntima y cercana con la víctima— se convierte al mismo tiempo en juez y en el verdugo.
Taraud dijo que eventos como este resultan de suma importancia porque permiten visibilizar y explicar estos tremendos hechos y contribuyen a generan una conciencia individual y colectiva en favor de una cultura que ponga fin a todo tipo de violencia contra las mujeres.
Es urgente que cambiemos nuestra forma de pensar y de percibir los derechos humanos de los otros y las otras, pero no sólo para modificar los discursos, sino para plantear las soluciones que son apremiantes y necesarias. No podemos permitirnos como sociedad seguir perpetuando la historia del feminicidio y continuar justificando su existencia.
Como Corolario, la frase de la feminista Margaret Atwood: “Los hombres tienen miedo que las mujeres se burlen de ellos. Las mujeres tienen miedo que los hombres las maten”.