Copernicus, el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea, ha informado recientemente sobre la persistente sequía que afecta a varias regiones del norte de África, España, Italia y Grecia, a pesar de las últimas lluvias. Estas áreas, especialmente en la cuenca del Mediterráneo, continúan experimentando los impactos de la sequía que ha prevalecido en el sur de Europa en los últimos años.
La sequía se define como un período prolongado en el que una región específica no recibe la cantidad de agua necesaria para satisfacer las necesidades de su fauna, flora y población humana. Puede tener graves consecuencias en la agricultura, ecología, economía, ganadería y suministro de agua potable, incluso provocando conflictos sociales y situaciones de hambre.
Existen tres tipos principales de sequía:
- Agrícola: Cuando la escasez de agua afecta la producción agrícola.
- Hidrológica: Relacionada con la disponibilidad de agua en ríos y reservas subterráneas.
- Meteorológica: Caracterizada por una deficiencia de lluvias.
El Observatorio Europeo de la Sequía para la Resiliencia y la Adaptación (EDORA) ha destacado en un mapa las áreas más afectadas, incluyendo el norte de África, el sur de España, las Islas Baleares, Sicilia y Cerdeña en Italia, marcándolas en rojo.
EDORA ha expresado su preocupación sobre el impacto sustancial de las sequías en casi todas las regiones de la Unión Europea y en varios sectores críticos. Además, advierte que el cambio climático podría intensificar estos riesgos de sequía, instando a los Estados miembros de la UE a implementar o seguir desarrollando planes y medidas de gestión y adaptación a la sequía.
Las principales consecuencias de la sequía incluyen daños en el hábitat y pérdida de biodiversidad, desaparición de tierras de cultivo, escasez de agua y aumento del riesgo de incendios forestales y suelos áridos, lo que subraya la importancia de abordar este fenómeno con estrategias sólidas y sostenibles.