Por: Raúl Contreras Bustamante
A través de la práctica del derecho comparado, la academia se nutre de las mejores prácticas desarrolladas entre diversos países para conocer y aprender de sus respectivas realidades sociales.
Esta semana, en la Facultad de Derecho de la UNAM tuvo verificativo un conversatorio denominado: Derechos Humanos laborales ante un mundo en transformación, que contó con la distinguida presencia de Yolanda Díaz Pérez, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social de España.
En este importante foro de análisis participaron, además, Norma Samaniego —economista de larga experiencia administrativa y académica—, la jurista de la FES Acatlán, Carla Jiménez y el doctor Enrique Larios, presidente del Colegio de Profesores del Trabajo de la Facultad de Derecho, quien fungió como moderador.
Todos aportaron conocimientos y experiencias con claridad y excepcional brillantez, respecto de los fenómenos y retos que enfrenta el derecho del trabajo ante la globalización y los avances tecnológicos; coincidiendo en que esta rama de la ciencia jurídica es la que ha tenido mayor transformación —de todas— en el presente siglo XXI.
Gracias a las gestiones del rector Leonardo Lomelí fue posible que la joven jurista española encargada de las políticas laborales del gobierno español acudiera a participar en este ejercicio de reflexión académico, aprovechando su visita a nuestro país.
Yolanda Díaz impresionó a un auditorio repleto de estudiantes y maestros con sus ideas, producto de su sólida preparación y ya larga experiencia en asuntos de gobierno, al sostener —por ejemplo— que a las leyes laborales les hace falta reformarse para que exista una plena integración de la mujer al mercado del trabajo y deben hacerse dichos cambios regulatorios con visión feminista para poner fin a la discriminación. Es decir —dijo— hay que “feminizar” al mundo del trabajo.
Agregó que es indispensable profundizar en la conquista y protección de los derechos laborales de las personas, como elemento que permita “ensanchar la democracia”. Es imposible aceptar que quien trabaje y se esfuerce en aportar su fuerza laboral siga siendo pobre; y que además en muchas ocasiones ni siquiera ejerza con plenitud sus derechos de ciudadanía.
Con base en sus convicciones políticas y definiciones académicas, se manifestó enemiga del neoliberalismo, que dijo ha fracasado de manera rotunda en el mundo, porque lejos de acabar con la pobreza y la desigualdad social, las han radicalizado. Y sostuvo que: “La confianza ciega en las bondades del mercado, es pura teología”.
Advirtió que gracias a las políticas de libre mercado, el mundo ha visto surgir y crecer empresas multinacionales con demasiado poderío, que superan incluso a los Estados e imponen sus reglas, sin que existan muchas veces leyes nacionales que regulen sus prácticas económicas, financieras y laborales.
Convocó a pensar en común en como reinventar al Estado, para que sea capaz de garantizar seguridad y certeza en los derechos humanos laborales de las personas y se construya el ideal del “trabajo decente”, que les permita vivir con dignidad.
Los fenómenos laborales que producen el empleo de personas a través de contrataciones multinacionales, el teletrabajo, el empleo a migrantes, la falta de previsiones legales para que los hombres puedan ayudar en condiciones de igualdad a las mujeres en tareas domésticas o de cuidados a niños y personas de edad avanzada, son algunos de los retos que enfrenta en la actualidad el derecho del trabajo.
Como Corolario, la frase de Yolanda Díaz: “En la actualidad, los grandes olvidados son los trabajadores”