Por Ricardo Homs
La encomienda presidencial para que el Ejército se encargue de la distribución de medicinas de la megafarmacia creada por este gobierno, tiene grandes significados.
Esta importante institución castrense se ha convertido en el comodín para resolver grandes problemas de tipo operativo que requieren respuesta inmediata, según la percepción del presidente.
Es evidente que la logística, -o sea la capacidad de garantizar el abastecimiento de insumos-, desde hace siglos es un área fundamental para cualquier ejército alrededor del mundo. Garantizar el abasto de alimento, medicinas y servicios para los soldados, -y además, de los insumos bélicos como armamento y municiones-, haría imposible la operación de contingentes militares dentro de un conflicto bélico. Por ello consideramos que la capacidad logística de nuestro Ejército está fuera de duda.
Sin embargo, en el contexto actual de México es inentendible que en un país que vive un grave problema de inseguridad, -como lo es el nuestro-, las fuerzas armadas, -que constitucionalmente ya tienen la encomienda de colaborar en el combate a la delincuencia organizada-, estén distraídas realizando actividades propias de la sociedad civil, -compitiendo con el sector empresarial-, como lo es la operación de una nueva línea aérea, administrando aeropuertos, construyendo líneas de ferrocarril, -y operando su servicio-, así como la construcción de una refinería, -e incluso-, operando una cadena de hoteles.
La capacidad funcional del Ejército y su eficiencia, a partir de un gran sistema operativo, -donde la disciplina es el motor de la eficacia-, es de reconocerse. Sin embargo, todo este potencial de operación por vocación está orientado hacia las actividades castrenses, o sea, la resolución de conflictos bélicos para garantizar la seguridad nacional.
Por ello nos atrevemos a pensar que si el Ejército hubiese concentrado toda su atención, esfuerzo y recursos bélicos y humanos en el combate a la delincuencia, seguramente ya hubiera resuelto el problema de la inseguridad, aportando su gran experiencia en el ámbito de la inteligencia militar, capacitando a las policías y apoyando y coordinando a la Guardia Nacional.
La pregunta que flota en el aire es: ¿Por qué esta institución no se ha concentrado al cien por ciento en este objetivo prioritario en lugar de distraerse en otras encomiendas, que incluso invaden el ámbito civil?
Debemos reconocer que la disciplina militar impulsa a las fuerzas armadas a ponerse al servicio de su “comandante supremo”, -esto es, del presidente de la república-, y éste define hacia dónde se dirigen sus esfuerzos.
Por tanto, que el Ejército hoy esté inmerso en las actividades empresariales, -lo cual jamás había sucedido en México y quizá en ningún otro país-, no es atribuible a esta institución tan prestigiada y reconocida por su disciplina y lealtad. Más bien responde a la visión y objetivos políticos de su comandante supremo.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuál es la motivación presidencial que le impulsa a distraer al Ejército de su vocación natural?
He leído con interés tu columna titulada ¡Para Xóchitl!
Primeramente te quiero decir, –Guadalupe Loaeza-, que no soy amigo de ella… ni siquiera Xochilover y es más… ¡nunca la he visto en persona!.
No pretendo rebatir si está realizando una buena o mala campaña. Sin embargo, es la única posibilidad real que tenemos de impedir que este gobierno destructivo se consolide y nos lleve al México violento, -y además-, nos haga retroceder 50 años. Por amor a este gran país y creyendo en el gran destino que merece, es que votaré por Xóchitl y promoveré entre quienes me rodean que también lo hagan.
Desconozco aún por qué muchas mujeres de clase acomodada como tú no la quieren.
No es por Xóchitl por quien quiero abogar, sino por la oportunidad que ella representa de preservar para el futuro un modelo de país democrático que podamos dejar como legado a las próximas generaciones.
Lo que representa la 4T y el futuro que nos ofrece a través de su candidata, ya lo conocemos: es el fanatismo de quienes se creen poseedores de la verdad absoluta y nos la quieren imponer al precio que sea, sin entender que la democracia es un modelo incluyente que nos integra a partir de nuestras afinidades y se olvida de nuestras diferencias.
Quiero apelar a tu fina inteligencia que me deslumbró con su charla cuando te conocí en Veracruz y comimos juntos hace poco más de 25 años. No esperemos que ella gane la elección porque tenga la estrategia perfecta. Hagámosla ganar, -no porque sintamos simpatía por ella-, sino por el futuro que representa. Incluso, hagámosla ganar a pesar de sus errores y limitaciones de campaña.
Es esta sociedad mexicana comprometida con el futuro quien debe ganar la campaña y veámosla a ella simplemente como el instrumento de la voluntad ciudadana
Darnos por vencidos desde ahora representa olvidar que la grandeza de este país es su fortaleza para remontar la adversidad y reinventarse a pesar de los malos gobiernos que ha padecido, principalmente los populistas. En un mundo tan inestable como el de hoy las campañas políticas se ganan en el último minuto.
Te invito a que tomemos control de nuestro futuro y hagamos campaña a favor de la candidata que tenemos, -incluso considerando que si su equipo asesor no llegase a estar a la altura del reto-, la hagamos ganar a pesar de ella o sus circunstancias.
Concienticemos a quienes nos rodean de que no podemos permitirnos el lujo de contaminarnos de subjetividad y reacciones emocionales. Que no votar por ella porque no nos simpatice, significa una traición para las próximas generaciones de mexicanos y abstenernos de ir a votar, no es opción, pues automáticamente se convierte en un voto a favor de la 4T. El abstencionismo ¡no es opción!. Tu talento y experiencia política son valiosas apórtalas con optimismo a favor de la democracia.
Recibe mi afecto y admiración.
El mensaje de la nueva ministra de la SCJN, Lenia Batres, al tomar posesión del cargo fue tan destructivo y carente de sensibilidad y buenos modales, que queda claro que no está valorando el honroso cargo recibido. Por su actitud parece un “caballo de Troya” enviado desde el Palacio Nacional para desestabilizar y debilitar al órgano icónico del Poder Judicial.
¿Trabajará para desahogar la agenda constitucionalista que le corresponde como ministra, o dedicará su tiempo a grillar en contra del Poder Judicial y participar en actividades de politiquería?
¿A usted qué le parece?
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