La gran mayoría de gobiernos suelen tener comienzos lentos, por lo general hacen mella la burocracia, la complejidad en la toma de decisiones o la necesidad de consensos; mientras los nuevos administradores llenan papeles y celebran el triunfo, el pueblo gobernado no da espera, quiere soluciones ya.
Gobernar es un proceso que puede resultar frustrante, las campañas terminan y si bien debe garantizarse el funcionamiento a largo plazo de la administración, ésta no puede detenerse, se habla con hechos y otra cosa son las acciones contractuales que difícilmente terminaran traduciéndose en victorias.
La presión de los medios, la opinión pública, la voz de los autoproclamados expertos, contrastan con deudas de campaña, incendios por apagar, la urgencia manifiesta y la frágil condición emocional de algunos líderes, esos que con los días entienden: en el estado todo lento, complejo y traumático.
No cabe duda, siempre habrá quien haga más difícil lo que debe ser fácil, de ahí que gobernar en América Latina se haya vuelto un asunto de azar: todos los días nuevos requisitos, formatos, plataformas y trabas para hacer que las cosas no funcionen
Si el problema ayer era la corrupcion, lejos de ideologías, ahora nos enfrentamos a la lentitud, la paquidemia y la ausencia de pragamatiamo, todo está oculto en un disfraz que han llamado tecnisismo.
Ahora bien, ningún argumento puede justificar las decisiones obtusas, torpes o zopencas, en efecto debe haber responsabilidad, pero la celeridad debe ser una constante cuando de administrar lo público se trata.
“No dejes para mañana lo que puedas empezar desde ayer”, para que sea mejor y diferente, además de inteligente y transparente, debe ser eficiente.
Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político