Por Adriana Delgado
Todas las encuestas dejan claro que las grandes preocupaciones de los mexicanos son la seguridad pública y la economía familiar, la salud y la educación. Esos son los primeros retos de Claudia y Xóchitl además, claro, de reconciliar al país tras años de una feroz polarización. En las campañas, ambas aspirantes deberán presentar ideas claras que los ciudadanos puedan evaluar.
Las propias cifras oficiales dicen que el 61.4 por ciento de los mexicanos sienten que no viven seguros y hay ciudades donde esa proporción sube hasta más del 90 por ciento. ¿Cómo cambiará eso la próxima presidenta? ¿Capacitación a policías locales y federales en investigación y debido proceso? ¿Áreas de inteligencia? ¿Mejores salarios? ¿Cómo hará que los gobernadores “floreros” asuman su responsabilidad y el costo político?
En lo económico, la futura mandataria enfrentará una situación crítica: demasiado presupuesto ya comprometido, déficit y deuda pública en crecimiento acelerado. Las dos alternativas son amargas: un golpe duro a ciudadanos y empresas con una reforma fiscal o un recorte drástico del gasto público que frenaría bruscamente la economía. ¿Cortar programas sociales? ¿Reducir el tamaño del gobierno? ¿Dejar de convertirlo en el empresario ineficaz que ha probado ser?
La salud es un punto crucial. La nueva presidenta deberá dar viabilidad financiera al IMSS-Bienestar, restaurar clínicas y hospitales en condiciones deplorables y equiparlos adecuadamente. ¿Continuará la centralización de medicamentos en la megafarmacia? ¿Reforzará la distribución y los temas logísticos vitales como la red de frío? ¿Asegurarán el abasto de vacunas a las que muchos niños hoy no tienen acceso y tratamientos para enfermedades tan críticas como el cáncer?
En cuanto a la educación, ¿por fin tendremos planteles y aulas dignas? ¿Se revisarán los programas de estudio para preparar a los niños y jóvenes en los retos cada vez más exigentes en innovación y tecnología del mundo actual?
Claudia Sheinbaum y su equipo están construyendo su “segundo piso de la transformación” con 17 “puntos de visión estratégica”: mantener la “austeridad republicana”; los programas sociales convertidos en derechos; seguir aumentando el salario mínimo; continuar impulsando la inversión pública para el desarrollo regional; educación pública; salud gratuita; vivienda digna; justicia para los pueblos indígenas; mujeres y diversidad sexual.
También atraer inversión extranjera; desarrollo científico, tecnológico y creación cultural; transición energética; protección de los recursos naturales; derecho al agua; soberanía alimentaria; gobernabilidad, paz y seguridad; y continuar con el impulso de una reforma al Poder Judicial.
Xóchitl Gálvez, de la coalición Fuerza y Corazón por México, está estructurando su plan para un “México Xingón” con cinco ejes: economía orientada a la prosperidad; seguridad, donde la ley sí sea la ley; salud y educación; un gobierno que cuide los intereses de la población general y que respete las libertades. Su equipo y coordinaciones están orientando su programa hacia la inclusión de la sociedad civil: mujeres, personas con discapacidad, pueblos originarios y otros sectores con sus causas sociales.
Los ciudadanos deberemos escarbar en la guerra sucia, sustraer las propuestas, evaluarlas y decidir nuestro voto informadamente.