Los partidos, los candidatos y las reglas llevan a la elaboración de una oferta política detallada. Las campañas presidenciales se esmeran en convocar a destacados especialistas para elaborar lo que sería un programa de gobierno. La cuestión es que los electores suelen definir su preferencia de una oferta más simple: los candidatos y lo que representan.
En la elección de 2024 están decantados con claridad las dos opciones fundamentales, continuidad o cambio. Sin embargo, esto requiere de precisión mayor. Tal necesidad puede resolverse con mayor libertad y flexibilidad por la opción de cambio; no es tan sencillo para la candidata de la continuidad por su estrecho margen de independencia, especialmente por la fuerza, influencia y presencia del Presidente que concluye su gestión.
La continuidad plantea fortalezas y debilidades. La mayor de las primeras es el respaldo popular con el que cuenta el Presidente; aunque sea una paradoja, la debilidad de mayor peso son los malos resultados del gobierno de ese mismo Presidente. Todas las encuestas convencionales así lo registran. Esa es la gran oportunidad de la oposición, especialmente porque el Presidente concluye su gestión y con lo que la principal fortaleza queda comprometida. La oposición debe plantear el cambio. Con acierto Xóchitl Gálvez se refiere a cuatro temas fundamentales: la seguridad, la salud, el apoyo al campo y la educación. Como eje de concitar esperanza habla del derecho de las personas y familias a superar sus condiciones de vida. Los programas sociales se mantienen, pero se mejoran.
Es inevitable que en el curso del debate el tema económico y la corrupción adquieran presencia. El oficialismo invocará la mejora en los salarios e ingresos de muchas personas; la oposición la persistente concentración de la riqueza, el incremento de los muy pobres, el deterioro de la red institucional de protección social y la mejora sustancial de los más ricos, justo lo contrario de lo que se comprometió.
El tema fundamental, el más relevante, pero el más difícil de comunicar por la oposición, es la defensa de la democracia frente al embate promovido por López Obrador. No encarar ese riesgo y trivializar la oferta abre la puerta grande al segundo piso del proyecto autoritario.