Por: Pedro Isnador de la Cruz y Juan Carlos Reyes
Se abren camino nuevas reglas del juego en nuestro orbe, con sus lecciones.
1. El juego final. El fin del artificio de la paz perpetua sin riesgo de guerra nuclear.
Naciones con designios imperialistas, pero sobre todo con vocaciones pacifistas después de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, han reiniciado su carrera armamentística nuclear.
La guerra ruso-ucraniana fue un nuevo punto de shock respecto a sus propias incertidumbres futuras.
Contrajo la fiebre de la necesidad de destinar más de un tercio de sus presupuestos hacia la modernización de los arsenales militares, la multiplicación de ojivas nucleares, la renovación de los stocks nucleares en Alemania, Gran Bretaña, China, Estados Unidos de América, Francia, Turquía y Rusia.
Con ello se sumaron a naciones nucleares como Israel, Corea del Norte, Pakistán, India y no nos debe sorprender si Irán también.
Se ha corrido el velo del artificio del Tratado de No Proliferación que prescribía el que una potencia nuclear no ataque a otra potencia no nuclear que haya firmado el tratado.
Se trata de una especie de abandono que diversas naciones han de afrontar como desprotección, sellado por la ineficacia de las grandes potencias mundiales para garantizar una paz global sin mayores riesgos de guerra atómica.
2. El juego inesperado. ¿Qué estrategia diplomática es la más eficaz para dar confianza a las sociedades mismas o para defender intereses nacionales?
Ya los alineamientos a la sombra de una potencia mundial concluyeron.
La ausencia de un mundo unipolar e incluso la insuficiencia de un mundo dominado por dos o más potencias mundiales, se consolida en el nuevo guión de decisión soberana de las naciones.
El ascenso de las potencias asiáticas (Indonesia, India, China, Japón al menos), confirmó que la propia Europa dejó ser uno de los epicentros del mundo global y a su vez, se ha debilitado en su capacidad de ofrecerse como modelo de cohesión y cosmovisión ante el fenómeno del neopopulismo, la crisis migratoria, la incapacidad de mediar conflictos regionales que tienen repercusiones mundiales.
A su vez, la praxis de un pragmatismo diplomático libre, muestra que los países se alinean de manera impredecible con otras naciones o liderazgos y potencias mundiales que, desde otras lógicas históricas, parecen inverosímiles para lograr preservar sus intereses nacionales actuales.
Así ha sucedido con diversas naciones africanas respecto a no vetar a Rusia, condenando en el seno de la ONU, su incursión militar en Ucrania.
Esto le permite a las potencias mundiales, a la Rusia de V. Putin por ejemplo, para abrir su compás de alianzas binacionales/regionales, ganar tiempo para sus objetivos y recrear sus derrotas militares como diplomáticas.
Israel, después del cruel atentado terrorista de Hamas del 7 de octubre pasado, atraviesa en sentido contrario por el mismo problema.
Al optar por la una operación militar destinada a erradicar a Hamas de territorios palestinos con métodos extremistas/represivos de poder de Estado, diversos países del mundo y particularmente de la región árabe, le han empezado a retirar su respaldo.
La crueldad del asedio militar y la crisis humanitaria en dicha operación en uno de los territorios palestinos como Gaza por ejemplo -que para muchos tiene ya una entraña genocida-, ha puesto en jaque diplomático incluso el apoyo más firme que siempre tendría: el respaldo incondicional del gobierno de Washington y de la presidencia de Biden.
Pueden incluso presentarse tensiones extremas entre liderazgos de dos o más naciones, pero el flujo de comunicación entre sociedades e intercambios económicos, tecnológicos, comerciales y turísticos, no marchitarse.
El mundo de la diplomacia a la carta, crea nuevas oportunidades para los países del Sur Global, de las naciones más pobres incluso, puede a su vez tener futuro en un mundo caracterizado por la interdependencia.
3. ¿Nuevo régimen o más status quo?. ¿Sin esperanza de una paz justa?.
La escalada de guerras y conflictos regionales desde hace varios años muestra que la crisis estructural del Consejo de Seguridad de la ONU, y de la ONU misma a diversos niveles, muestra que la construcción de las nuevas condiciones de la paz mundial se deja cada vez más en manos de las sociedades/poblaciones/liderazgos involucrados, local y territorialmente, en los conflictos y las guerras en curso.
El nuevo diseño y conceptualización de la paz justa en nuestro mundo, es pues, un desafío que nos debe involucrar.
Resisten poblaciones enteras y nuevos sujetos políticos.
¿Cuánto más resistirán heroicamente la guerra los jóvenes de Ucrania?
¿Qué episodios terroristas provocará la respuesta israelí a Hamas?
¿Qué revueltas provocarán la caída de qué regímenes políticos autócratas que sustentan a potencias mundiales y regionales?
La gente no adora las cadenas que le atan.
La gente sabe cuando debe actuar, en tanto no tiene nada que perder.
La gente sabe cuando un régimen político no le quita nada, porque no le ha dado nada.
La gente sabe cuando tiene algo que perder, algo que cuidar, algo que proteger, y entonces sí, garantiza la preservación del status quo.
Así, porque cada vez más, estemos o no en el centro o distantes de la guerra o el conflicto histórico producido, o por autócratas, o por gobiernos incompetentes/presas del corto plazo, o por organizaciones narcoterroristas; todas y todos debemos participar en el rediseño de nuestro mundo, dado que tarde o temprano, están pagando o debemos pagar las facturas.
Cajón de sastre.
Ante la falta de diálogo honesto y construcción de consensos el Senado de la República no pudo aprobar a ninguna integrante de las ternas propuestas para la plaza desocupada ilegalmente por Zaldívar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación
El Presidente nombró directamente a la nueva ministra, escenario extremo previsto en el diseño de las reglas del juego constitucional.
El derecho es acuerdo, producto de ejercicios democráticos y de debates sinceros por la hechura de la República
Cada integrante de la Suprema Corte, como la nueva ministra, estarán bajo el escrutinio cívico de la prensa, de la academia, de las y los docentes y de profesionales que se están formando en nuestras universidades, quienes no merecen frustraciones porque aún persiguen ideales que son cristalizados en las instituciones.
La historia ha juzgado su posición con el Samuelazo. Quiere recuperar imagen pero no puede. Veamos qué ofrecerá al país Movimiento Ciudadano en enero 2024, en plena competencia que nos depara la primera Presidenta de la República.