Por: Edgar Mereles Ortíz
No importa si sucede mientras carga a los peregrinos, en la cena de navidad, el día de los inocentes, en los festejos de año nuevo o comiendo rosca de reyes: Ernestina Godoy de que se va, se va.
Los cálculos políticos de Morena en el Congreso de la CDMX fallaron, se complicaron y no tienen plan B; incluso, en la sesión del 13 de diciembre la conducta arrogante y abusiva de los diputados del régimen le cerraron la puerta a cualquier posibilidad de acuerdo. Muy al contrario, tensaron más la liga y eliminaron el diálogo, tan difícil y confrontado terminó el pleno, que la sesión de la Mesa Directiva y la Junta de Coordinación Política se tuvo que realizar de manera virtual, por aquello de los ánimos caldeados.
La decisión política de los morenistas es un error desde todos los puntos de vista.
El momento político: negarle la ratificación a Godoy el día de ayer hubiera dado oportunidad de que el puente Guadalupe-Reyes, ayudara a disipar la noticia entre la opinión pública e iniciar el año con un nuevo fiscal, el relanzamiento de una política institucional innovadora y la edificación de una narrativa fresca que, incluso, ayudara en las próximas elecciones.
La forma: He sido testigo presencial de cientos de sesiones Parlamentarias críticas, difíciles y en condiciones complejas, estuve en el Colegio Electoral de 1988, las algídas sesiones de la LIV Legislatura y en la, antes, Asamblea Legislativa, y nunca había visto una estrategia burda, limitada, impositiva como la que llevó a cabo la fracción parlamentaria del gobierno de la ciudad. Anotaron decenas de oradores en la modalidad de “Razonamiento del Voto”, luego, entre los oradores de la misma fracción ¡Se asumian como aludidos! Batres citó a Bravo y Bravo se sintió emocional, psicológica, política, legislativa y parlamentariamente aludida, lo que motivó que hiciera uso de la palabra por varios minutos más. Después, en esta sesión freudiana, el Diputado proreeleccionista Alberto Martínez Urincho, interpelaba a los oradores de su propia bancada, con preguntas que, en el juzgado más corrupto, no hubieran trascendido. El colmo del abuso de este recurso era la pregunta, a la inmensa mayoría de los oradores: “compañero diputado, en su opinión ¿Cuáles serían las tres razones ( virtudes, consignas, órdenes, talentos, capacidades reales o virtuales) por las que usted ratificaría a la fiscal?” Y darle respuesta a esa inteligente pregunta, daba pie a una perorata de cinco minutos, una maratón de cinco horas en la que los legisladores morenistas pusieron de manifiesto la estrategia de eliminar toda voz discordante.
El modo: la sesión, larga como la cuaresma, con oradores del mismo perfil y alineamiento, llegó a las 17 horas del día, y el reglamento del Congreso establece, sin entender porqué, que después de esa hora se debe de concluir la sesión, todos agarrar sus chivas, desalojar sus curules e irse a comer sus sagrados alimentos. Dicho lo anterior, los Parlamentarios de Morena, celosos de sus alimentos, votaron por concluir la sesión y dejar a la oposición colgada del micrófono de la tribuna. Pero la estulticia juega rudo y hace trampa: los diputados del régimen pusieron en evidencia lo que a
todas luces era una verdad que recorría los pasillos del recinto de Donceles, no tenían, no tienen, no tendrán los votos. 39 Diputados votaron por irse a comer su sopita aguada, arroz y cerdo en verdolagas y 27 votaron por seguir trabajando hasta agotar el punto en discusión. Ernestina necesita 44 votos, le faltan 5. Así de tontos se exhibieron.
Horas después en la sesión virtual, a la que antes hice referencia, la mayoría impuso sus votos y se sacó del orden del día el dictamen de ratificación de la insigne Ernestina Godoy.
Morena juega como si su fuerza fuera eterna. Hacen cálculos con base a una falsa realidad. Creen ser los vencedores y caminan con el pecho hinchado, al igual que Pirro. Se equivocan como amateurs.
¿Morena venció? No. ¿Ernestina será ratificada? No. ¿La Sociedad Civil va a olvidar está chicanada? No. ¿Los morenistas van a ganar la elección de la CDMX? No.
Están vencidos y, como fieles panteoneros, están cavando una fosa inmensa, proporcional a su insolencia.
Desde algún lugar de la Sierra de Zongolica.