La contaminación lumínica, generada por emisiones de luz provenientes de fuentes artificiales con alta intensidad, se suma a los desafíos ambientales de las grandes urbes, afectando no solo la calidad del entorno, sino también la salud de sus habitantes.
Raúl Aguilar Roblero, investigador de la División de Neurociencias del Instituto de Fisiología de la UNAM, destaca la creciente preocupación ante la contaminación lumínica, especialmente evidente en ciudades como la Ciudad de México. Aguilar comenta sobre la intensidad “bestial” de los anuncios espectaculares de LEDs que han proliferado en la metrópoli, señalando que algunos están ubicados en lugares inadecuados, generando situaciones peligrosas para quienes conducen de noche.
La contaminación lumínica no se limita a la publicidad exterior; también incluye las emisiones de pantallas de televisores, computadoras y, de manera significativa, los dispositivos móviles. La exposición nocturna a fuentes de luz intensa, según Aguilar, inhibe la secreción de melatonina, una hormona clave en la regulación del ciclo sueño-vigilia.
“En todos los animales diurnos, la secreción de melatonina se lleva a cabo en la noche”, explica el investigador. La interrupción de este proceso natural debido a la exposición constante a luces intensas durante la noche puede tener efectos negativos en la calidad del sueño y, por ende, en la salud general de las personas.
Estas son algunas de las afectaciones en las que puede influir la contaminación lumínica:
Insomnio
Trastornos del estado de ánimo
Hipertensión, obesidad, diabetes y cáncer