El Monólogo del Presidente ante Obispos y la respuesta
Por: Luis Vega D.
El Presidente pidió hablar con los obispos, asistió, rindió un informe de los logros de su gobierno, pero no escuchó.
Fue una visita “anodina, intrascendente, para otra audiencia y el epilogo de lo que fue su gobierno con la iglesia católica: respetuosa y distante.
Y ante este “no diálogo” franco abierto del sexenio y de la semana pasada, entre el presidente López Obrador con la jerarquía de la Iglesia Católica, como lo demanda la realidad para construir la paz, resarcir el tejido social y trabajar por la unidad nacional, el mensaje de los obispos fue muy elocuente:
“Aunque en algunos hay temores hacia lo inexplorado o de abrirse al diálogo sobre temas complejos dando voz a todo el Pueblo de Dios, ponemos nuestra confianza en el Espíritu Santo que guía a la Iglesia, que da armonía entre la diversidad y que será el faro que nos oriente en este camino sinodal”.
“Es en la aceptación mutua, la escucha, el diálogo, el silencio, el discernimiento y la acción participativa que podremos dar más espacio al Espíritu y enfrentar los retos de nuestra Iglesia en México y los desafíos globales a los que hemos hecho referencia”.
El diagnóstico que los obispos mexicanos hicieron sobre la realidad nacional fue muy claro:
“Nuestras comunidades en México siguen padeciendo la inseguridad y la violencia que crecen de manera exponencial en muchas zonas de nuestro país. Y no se trata solo de estadísticas, sino de rostros y corazones de personas concretas que sufren las consecuencias de la violencia extrema, de la impunidad, de la desaparición de sus seres queridos, del cobro de piso, de la migración forzada y de las estrategias de seguridad fallidas.
Y recomiendan: seguir buscando caminos operativos para construir una cultura de la paz.
Durante los trabajos de la CXV Asamblea Plenaria de la CEM (Conferencia Episcopal Mexicana), un grupo de obispos se reunieron con Xóchitl Gálvez del Frente y Claudia Sheimbaun de Morena para donde plantearon la urgencia de trabajar en reconstruir la unidad nacional que nos lleve a sociedad y gobierno a atender los grandes problemas nacionales en favor de la justicia con los menos favorecidos socialmente y la construcción de la paz.
El consenso de los obispos es que se espera que el nuevo gobierno escuche a todos los actores políticos y sociales.