António Costa, primer ministro de Portugal desde 2015, ha anunciado su dimisión este martes tras ser investigado por presuntos delitos de corrupción, prevaricación y tráfico de influencias en un caso vinculado con negocios de litio e hidrógeno.
Esta mañana, después de que la Fiscalía lusa ordenase el registro de su residencia oficial y la de algunos de los miembros de su Gabinete, Costa suspendió su agenda. Posteriormente, la Fiscalía emitió una orden de detención contra su jefe de Gabinete, Vítor Escária. Así, a mediodía, Costa ha anunciado que presentaba su renuncia ante el presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa.
“En estas circunstancias, obviamente, presenté mi dimisión a su excelencia el presidente de la República”, ha explicado el político socialista en una intervención televisada, en la que ha señalado que el cargo de primer ministro no es compatible con la “sospecha de la práctica de cualquier acto criminal”. Sobre la reacción de Rebelo de Sousa, Costa ha señalado que no ha cuestionado sus razones y que “las ha entendido de inmediato”, según recoge la prensa local.
Ahora, el futuro del Gobierno portugués está en manos del jefe del Estado, que es quien tiene el poder de disolver la Asamblea y convocar elecciones si lo considera necesario. Para ello, tras aceptar la renuncia de Costa, Rebelo de Sousa ha convocado para este mismo miércoles a los partidos políticos con representación parlamentaria y al Consejo de Estado para el jueves, según recoge la agencia Efe. Se espera que tras esos encuentros se dirija al país desde el Palacio de Belém.