Por: Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Reyes
El futuro político de la Ciudad de México
Los Partidos Políticos, sus tareas
“En las tragedias se hace comuna de nuevo, te ponen en un sentido de lo primitivo, de buscar ayuda y compañía”. Brenda Ríos, escritora acapulqueña.
“La solidaridad y la polarización representan dos dinámicas contrastantes dentro del panorama social y político de una nación. Si bien la solidaridad fomenta la unidad, la cooperación y el compromiso compartido con el bienestar de la comunidad, la polarización genera división, discordia y ruptura de la cohesión social“. Javier Treviño Cantu.
El cambio climático, el innegable calentamiento global combinada con las calamidades políticas y gubernamentales que la gente de Guerrero conoce por sí misma, provocaron el caos, la desolación y las muertes evitables en Acapulco.
Guerrero lleva años degradándose, ahora a paso acelerado con esta tragedia y sus consecuencias en ascenso.
La gente no debe acostumbrarse a esperar mucho de su gobierno estatal y el de Acapulco, distraídos en sus pasiones políticas.
A su vez, el pasado viernes 3 de noviembre, el Congreso Federal de nuestro país no dejó claro su interés real por apoyar la Reconstrucción de Acapulco, y a más poblados y ciudades impactadas por OTIS de la entidad.
Se estima que pasarán más de 10 años para que Guerrero se levante de esta tragedia que a todos nos duele y se valora en varias decenas de miles de dólares, la necesidad de inversión pública y privada sólamente para la recuperación y la reconstrucción de la infraestructura y la vitalidad del puerto turístico.
El sector privado no puede encabezar por sí solo los esfuerzos del nuevo renacimiento.
El Gobierno Federal no debe permitirse que haya un impasse en su capacidad de seguir respondiendo a la compleja y lenta tarea del aprovisionamiento de bienes básicos, la protección de vidas, la seguridad en las calles y la planeación de la reconstrucción integral con un nuevo paradigma de desarrollo de la nueva infraestructura preventiva ante las catástrofes y la inversión social de Estado necesarias.
Como ha escrito Javier Treviño, el camino de los mexicanos es la solidaridad, ese sentimiento fraterno, ese resorte potente de acción colectiva comunitaria, que despierta conciencias y motiva al socorro inmediato del prójimo, de las y los hermanos guerrerenses.
Es momento de agradecer a quienes se han sumado a la respuesta desde todo el mundo y desde nuestro país. Sigue siendo momento de dar, de apoyar a las y los guerrerenses, quienes habrán de tomar conciencia de su momento de rupturas y sufrimientos para levantarse, con la gallardía de siempre y salir adelante.
Habrán de reconstruir la familia, los valores cívicos, la sociedad y el estado, su débil organización, instituciones y gobierno estatales. Es momento de hacer cimientos y recuperar el Estado de Derecho.
Sin seguridad jurídica, autoridades firmes en el terreno de los acontecimientos, acompañamiento cívico, la ayuda nacional e internacional seremos testigos de cómo se escurre como agua entre las manos.
Guerrero necesita una nueva clase política y gubernamental que le acompañe permanentemente y comenzar de nuevo.
Acapulco representa la tercera parte del PIB del estado de Guerrero, sin esa generación de riqueza, la mayoría de las familias tienen pocas posibilidades de salir adelante.
¿Se deberán postergar los comicios en Guerrero del próximo año?
Es urgente que el Congreso federal valore el otorgamiento de recursos extraordinarios del país para en su totalidad verterlos hacia Acapulco y las localidades afectadas.
Tenemos que apoyar a la MARINA, la SSPC y a la SEDENA en todo el esfuerzo que se está desplegando, sumar miles de manos para remover escombros, toneladas de basura, y sensibilizar/movilizar universos de conciencias y familias.
Acuérdate de Acapulco.
De todo el maravilloso paraíso que ha representado en privado y en público con amistades y familias de la República y del mundo.
Es difícil encontrar en el mundo una tragedia de éste nivel de magnitud que no implique responsabilidad y respuesta de las instituciones del Estado y a su vez, que haya sido aprovechada con éxito por la oposición política al gobierno en turno.
Justo por lo anterior, el cauce personal que siga dando a su agenda y a su toma de decisiones el Presidente AMLO respecto a los acontecimientos y consecuencias del huracán OTIS en Guerrero, puede resultar vital para Guerrero y para su gobierno, de lo contrario le dará elementos a quienes desean ver consecuencias electorales negativas para la 4T.
Esas consecuencias sí puede gravitar injustamente contra la imagen y el gobierno del Presidente AMLO, si la reacción de gobiernos estatal/municipales de Guerrero se sigue apreciando distante y no se logra recuperar la confianza y el acompañamiento de la gente.
La reconstrucción es responsabilidad de todos: sociedad civil, los tres órdenes de gobierno y el sector privado, por lo que no deberá prolongarse el compás de tiempo gubernamental federal para la decisión presidencial de la escala más necesaria de presencia de gabinete federal, de quienes con la Presidencia puede lograrse una comunicación confiable, estrecha y no protagónica, de la articulación de esfuerzos que exige la etapa de reconstrucción frente a la catástrofe natural, de infraestructura, económica, social y humanitaria que ya representa Guerrero/Acapulco.
No habrá más espacio para debates ideológicos ni cálculos electorales: el cólera, las enfermedades infecciosas, el dengue hemorrágico, diarreas, asoman ya, amenazantes, a nuestro querido Acapulco y en otras comunidades de la entidad.
Cajón de Sastre
Presidencia 2024 y Rectoría de la UNAM. Asoma ya la determinación de la H. Junta de Gobierno de la UNAM para elegir a quien sustituirá al C. Rector Dr. Enrique Graue.
En ese marco de la toma de decisiones centrales para el país, la Dra. Claudia Sheinbaum se encuentra ante el escenario crítico de que pueda no avanzar García Harfuch a la Jefatura Ciudad de México, y su reacción a las disposiciones de la UNAM sobre la revisión de su tesis de licenciatura, marca un signo significativo respecto a la pauta de comunicación que ha prevalecido de los actores políticos y gubernamentales de la República para con la UNAM.
Todo intento de influir en las decisiones del máximo órgano colegiado de la UNAM -la H. Junta de Gobierno-, ha tenido su valor político y público, legítimo y privado, de actores de dentro y fuera de la UNAM, y seguramente han sido en parte fiel de las decisiones que llevaron al listado de las y los 10 aspirantes finalistas del proceso sucesorio.
Pero el intercambio simbólico de influencias, influyentes e influenciables es un ciclo que se cierra cada vez más, y el momento decisivo, privado, soberano, estará cada vez más -irónica y matemáticamente-, determinado tanto por la capacidad de ejercicio y credibilidad de su independencia entre sus pares, en cada integrante de la Junta de Gobierno, como por su prudencia para construir el consenso mínimo para tener nuevo Rector o Rectora, que establece el Artículo 6o. de la Ley Orgánica vigente de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Para nombrar al Rector (…) se requerirá por lo menos el voto aprobatorio de diez de los miembros de la Junta de Gobierno (de los 15 que la integran, o del universo de quienes estén presentes en la sesión, permítasenos agregar)”.
Tres lecturas podemos derivar al menos sobre ésta importante ecuación de poder que ha de encarnar la votación decisiva.
Primero subrayar que el diseño institucional original de la Junta de Gobierno en dicha regla-ley matemática de consenso, es piedra colegiada de oro que ha sido una de las fuentes más preciadas de su estabilidad política interna.
Especulamos ahora, sólo eso, cómo funciona ésta disposición de ley excepcional, fina y clave si pensamos en todos los procesos sucesorios que ha tenido la UNAM desde que se erigió, en la caldera interior para la designación de sucesor en la Rectoría.
1) Toda influencia e intento de manipulación externa desde dentro y fuera de la UNAM, llega el momento en que se puede volver mínima, vacía.
Todo el ruido cáustico de quienes han gobernado la UNAM y de los pasillos del poder y la capacidad de presión ceden, desaparecen o se pueden confirmar como una coalición de votos clave, siempre y cuando la o los aspirantes que anudan, resistan las pruebas de las rondas de votación.
¿Y si no?
Ya no está en la sesión nadie más influyente que cada quien y la soledad de cada integrante de la Junta de Gobierno adquiere su mayor valor soberano.
Su valoración de cada finalista real, su cosmovisión y sus temores sobre lo que viene para la UNAM, toman su lugar, y al mismo tiempo, pueden ver ante sus ojos y su escucha que prospera o no su posición más indeclinable de principio, que se tiene o tenía a favor de uno o más aspirantes.
2) Las posibilidades en lo individual de cada aspirante a la Rectoría, por muy fuerte que se presuma, puede durante varias rondas no lograr el consenso necesario, y resulta entonces determinante, se decida si sólo pasarán 2 o 3 de las y los 10 aspirantes que hayan tenido mayor fuerza (o por discernimientos de atributos objetivos que acuerden sobre la complejidad que enfrenta la UNAM), a lo largo de las rondas a la postre no definitivas.
3) Si se descarta la unanimidad consensual, la disposición de la Ley Orgánica sobre el consenso mínimo entraña a su vez que la sorpresa de en quién recaerá la designación no está descartada, como ha sucedido para protagonistas de procesos sucesorios que lo intentaron una y otra vez, en casos excepcionales de quienes han sido designados y en la historia misma de las diversas disciplinas representadas en quienes han gobernado la UNAM.
Si no hay sorpresa, se designará a quien representará un rectorado con gran respetabilidad para la autonomía de la UNAM, experiencia y capacidad para evitar riesgos a su estabilidad; consolidación de sus fuentes de financiamiento público e internacional al potenciar sus misiones estatutarias; consagración de su prestigio, avances y proyección global; energía física y resolutiva orientada a una gestión eficaz y resiliente en la co conducción de sus cambios y reformas sustanciales plausibles, y las postergadas y legítimamente demandas a su interior.
Evitar una huelga en la UNAM a toda costa y que retome su lugar en el destino de nuestra República, son las dos caras de su futuro gobernable y de la viabilidad de la H. Junta de Gobierno, como instancia decisoria de sus procesos internos.
La Junta de Gobierno tiene un diseño complejo y el artículo sobre el que hemos reflexionado encierra la madeja legal de la existencia y el futuro de la UNAM misma, al dificultar que pueda triunfar en principio la manipulación del proceso/votación decisiva.
Seguramente no hay fórmula política infalible, pero la decisión institucional de la Junta de Gobierno de quién será titular en la Rectoría de la UNAM, resultará a la vez eficaz y encomiable.