En medio de la temporada de Halloween y el Día de Muertos, es común que nos enfrentemos al miedo a través de historias de terror y situaciones que nos hacen saltar de nuestros asientos. Pero, ¿alguna vez te has preguntado de dónde proviene el miedo y cómo se desencadena en nuestro cerebro? Aquí te lo explicamos paso a paso.
El Origen del Miedo
El miedo es una respuesta natural y fundamental en los seres humanos cuando detectamos una posible amenaza. Aunque en ocasiones la amenaza puede no ser real, como al ver una película de terror, nuestro cerebro aún reacciona de la misma manera. La Dra. Carolina López Rubalcava, Investigadora del Departamento de Farmacología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), señala que el miedo es una respuesta emocional ante diversas amenazas.
El miedo suele ir acompañado de cambios fisiológicos, como respiración acelerada, pupilas dilatadas, aumento en el ritmo cardíaco y la presión sanguínea, que preparan al cuerpo para luchar o huir. Esta respuesta es un mecanismo de supervivencia que ha existido a lo largo de la historia humana, aunque las amenazas hayan evolucionado con el tiempo.
Inicialmente, los miedos primordiales estaban relacionados con amenazas naturales, como depredadores, incendios, plagas y enfermedades. Con el tiempo, surgieron miedos sociales y culturales. A grandes rasgos, los miedos pueden clasificarse en dos tipos: irracionales y reales.
Tipos de Miedos
1. Miedos Irracionales: Estos miedos no generan daño o no existen en la realidad. Ejemplos de estos miedos son el miedo a la oscuridad, fantasmas o hablar en público. Son miedos que se aprenden y dependen de estímulos o experiencias individuales.
2. Miedos Reales: Estos miedos están relacionados con amenazas tangibles que pueden causar daño físico. Ejemplos incluyen animales venenosos, peleas, secuestros u otras situaciones de peligro palpable.
La Ruta del Miedo en el Cerebro
Para comprender cómo se desencadena el miedo en nuestro cerebro, podemos imaginar un escenario común. Supongamos que despiertas en medio de la noche y ves un bulto de ropa en una silla que, en la penumbra, parece una persona agachada. Si has visto películas de terror, es posible que experimentes miedo. Aquí está la secuencia de eventos:
1. Estímulo Visual: Tus ojos captan una figura que parece humana agachada en tu habitación.
2. Procesamiento en el Tálamo: La información visual viaja al tálamo, que procesa información sensorial.
3. Activación de la Amígdala: La información llega a la amígdala, una pequeña estructura en el centro del sistema límbico, el área del cerebro relacionada con las emociones. La amígdala detecta posibles amenazas y se activa.
La amígdala desencadena cambios fisiológicos y emocionales, preparando al cuerpo para la lucha o la huida. La respuesta de miedo incluye respiración acelerada, pupilas dilatadas, aumento de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea.
Además de la amígdala, otras áreas cerebrales también están involucradas en la sensación del miedo. Estudios científicos han identificado la ínsula bilateral, la corteza cingulada anterior dorsal y la corteza prefrontal dorsolateral como áreas relevantes. Estas estructuras procesan información cognitiva, sensaciones fisiológicas, predicciones y regulación emocional.
La ínsula integra la información de los sentidos y las emociones, lo que permite anticipar posibles consecuencias negativas. La corteza cingulada anterior dorsal está relacionada con el aprendizaje del miedo y la conducta de evitación, mientras que la corteza prefrontal dorsolateral regula la respuesta de miedo.
Cuando el Miedo se Vuelve Patológico
Si el miedo se vuelve irracional y paralizante, o si surge ante situaciones hipotéticas que probablemente nunca ocurran, podría convertirse en ansiedad o desencadenar trastornos más graves. En estos casos, es fundamental buscar la ayuda de un especialista para manejar el miedo y la ansiedad de manera efectiva.