- Claudio Nebbia Rubio, Vladimir Lemus Yáñez y Enrique Soto Astorga expusieron los beneficios y riesgos del continuo perfeccionamiento de esta tecnología
El nivel de peligrosidad que puede traer consigo el progreso de la inteligencia artificial (AI) depende, en gran medida, de los fines para los cuales fue creada y del uso que se le quiera dar; los riesgos pueden ser tan altos como la capacidad del ser humano de generarse daño, alertó el investigador de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Claudio Nebbia Rubio.
Durante su participación en la mesa redonda “Cazando Mitos, yo robot, ¿El desarrollo de la Inteligencia Artificial es un peligro para los humanos?”, comentó que en un ejercicio reciente cuando se le preguntó a una IA si podía acabar con la humanidad, la respuesta fue sí. La razón que dio fue clara: porque la misma humanidad se pone en peligro.
De esta forma, puntualizó, si la sociedad emplea dicha tecnología para ponerse en riesgo, esa herramienta lo hará más eficiente. ¿Nos va a hacer daño? Seguramente sí, porque es simplemente un instrumento que usan algunas personas que están causando perjuicio.
Detrás de su avance hay un tema de intereses económicos, en donde el objetivo será siempre buscar el mejor rendimiento laboral y obtener mayores ganancias, añadió.
Hay una cuestión económica clara en el mundo. Si puedo contratar a alguien que sepa usar la inteligencia artificial y realizar el trabajo de varias personas, lo prefiero a tener numerosos empleados, no por un hecho cruel, sino por competitividad; de no hacerlo quedo fuera del mercado, aclaró.
Cada vez en mayor cantidad de empresas, y en diferentes ramas de la industria, se ejerce presión para que la gente adquiera habilidades en el manejo y creación de IA, con el objetivo de ahorrar presupuesto; quienes carecen de esos conocimientos son despedidos, ejemplificó Nebbia Rubio.
El mercado revoluciona de manera acelerada, agregó, y son las grandes compañías las cuales cuentan con el capital económico para invertir, y las que marcan la línea hacia donde se mueve la investigación y el crecimiento en tecnología de acuerdo con sus intereses.
La evolución de la ciencia o de la tecnociencia en lo contemporáneo ya no deviene de las academias, ahora lo efectúan esas industrias y empresarios, como Elon Musk, que tienen demasiado dinero y al parecer cuestionables capacidades de toma de decisiones, pero las referentes a los usos y a razones para el curso de la IA “no vienen puramente del interés de explicarnos el mundo, sino de cómo le hacemos para que este producto sea cada vez más necesario”.
En ese contexto, Nebbia Rubio consideró que es válido cuestionarnos si gran parte del progreso de la ciencia actual entorno a la inteligencia artificial emana de los deseos del sector industrial o ¿cuál es el rol de este en la generación y elección del camino que va a seguir la investigación en este rubro?
Beneficios
Vladimir Lemus Yáñez, profesor de la Facultad de Ciencias y especialista en Física Computacional, apuntó que dentro del proceso de la elaboración de esa avanzada ciencia lo perturbador no es que las máquinas se parezcan cada vez más a las personas o que eventualmente las sustituyan en labores que resultan complicadas, sino la manera en que a través de ellas se allegan de nuestros datos personales y cómo los utilizan.
A lo que debemos temer, subrayó, es al empleo de la información obtenida -sin nuestro consentimiento- a través de dispositivos que están en el área digital del celular, de la tableta o computadora y los aparatos digitales que usamos, bajo la idea de que todo lo que es público es gratis. “Aunque no tengamos cuentas en redes sociales, saben perfectamente quienes somos y cuáles son nuestras preferencias y gustos de todo tipo”.
Para Lemus Yáñez es necesario superar la visión catastrófica de que con la nueva tecnología se desarrollarán robots o androides que nos desplazarán y desaparecerán del planeta, razón por la cual se debe cambiar el enfoque y hablar de las acciones positivas que se pueden realizar con estas herramientas digitales.
Por ejemplo, dijo, con IA se efectuó el plegamiento de proteínas, uno de los procesos más complicados de lograr en términos científicos, para el tratamiento de alzhéimer; y también puede ser de gran utilidad para mejor diagnóstico médico.
De acuerdo con el experto, mientras su elaboración siga manejada por empresas privadas, continuarán los problemas de desplazamientos laborales por falta de regulación y codicia.
Lo que se requiere, enfatizó, es que estas inteligencias se creen a partir de proyectos en las universidades y organismos públicos autónomos, para enfocarse en los problemas que queremos resolver y, sobre todo, una manera de acceder al conocimiento general.
A su vez, Enrique Soto Astorga, profesor investigador del Departamento de Matemáticas, también de la citada Facultad, aseguró que los seres humanos continúan en la construcción y búsqueda de artefactos cada vez más capaces para sustituir tareas que son tediosas, resolver problemas que no pueden por sus limitantes físicas, explorar espacios a los cuales no acceden porque son ajenos a ellos; por ejemplo, los digitales, o explicarse si tienen mente, qué es o el significado de tenerla.
La filosofía de la mente y la ciencia cognitiva, manifestó, no han podido explicar qué son las experiencias subjetivas, por lo que crear inteligencias parecería un medio adecuado para realizar una aproximación al problema de la inteligencia humana y de la mente.