Por: Freddy Serrano Díaz
Quien entiende que medir proporciona información valiosa sabrá asumir que no hacerlo conduce a determinaciones basadas en suposiciones.
No son predictivas, chocan con otras, sirven para recopilar información de personas sobre un tema específico y su utilidad termina poco después que se hacen públicas.
Las investigaciones del mercado electoral contrastan con un escenario en el que todos quieren tener la razón, su utilidad se remite a la complejidad de garantizar la confidencialidad de respuestas y evitar influencias externas basadas en opiniones de los participantes, esa es la cuestión, hoy soy ganador y mañana mi adversario publica una muestra con todo lo contrario.
Así las cosas, las encuestas pueden no atinar debido a la formulación de las preguntas, el sesgo de los pregubtados, la baja representatividad de la muestra, la interpretación de los resultados y fundamentalmente, la fuerza del deseo que la mayoría de las veces es contraria a la realidad.
No cabe duda, las encuestas y las elecciones son dos procesos diferentes. una investigación refleja opiniones en un momento específico, y la dinámica democrática representa una decisión final donde intervienen factores como la participación de los votantes y las estrategias políticas.
Solo quien entiende que medir proporciona información valiosa y ayuda a tomar decisiones, sabrá asumir que no hacerlo conduce a determinaciones basadas en suposiciones o falta de conocimiento.
Mucho esfuerzo y dinero de los proyectos políticos, se traducen en inversiones amparadas en la intuición y el olfato, las ganas inocentes de no atender y entender: “lo que verdaderamente cuenta es lo que los electores quieren, el deseo nuestro ellos lo conocen”.
“Sino se mide, no existe, si conozco el mercado tendré clientes potenciales”.