Como una medida para garantizar una mejor protección contra el COVID-19, los nuevos refuerzos de las vacunas de Pfizer y Moderna ya están disponibles en las farmacias de todo Estados Unidos. Lo anterior, luego de que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó versiones actualizadas de los biológicos ARNm de ambas farmacéuticas para combatir una de las cepas del virus de mayor circulación durante esta temporada, la variante Ómicron XBB.1.5.
El pasado lunes 11 de septiembre las autoridades estadounidenses aprobaron las vacunas contra el COVID con fórmulas enfocadas en las variantes que circulan actualmente, mientras crecen los contagios a medida que se avanza el otoño y se acerca el invierno. Las autorizaciones son para Moderna y Pfizer, sobre las que la FDA concluyó que los beneficios superan los riesgos para quienes tienen más de seis meses de edad.
Estados Unidos combate persistencia de variantes
“La vacunación sigue siendo clave para la salud pública y la protección permanente contra las graves consecuencias del COVID-19, incluyendo la hospitalización y la muerte”, declaró Peter Marks, alto funcionario de la FDA. Aquel lunes comunicados, ambas empresas adelantaron que en próximos días sus vacunas podrían estar disponibles en farmacias y clínicas, lo que finalmente sucedió este 20 de septiembre.
Es importante destacar que el gobierno del presidente Joe Biden ha insistido en aplicar anualmente dosis de refuerzo de la vacuna y se espera que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) tomen ese rumbo. Las vacunas actualizadas de Moderna y Pfizer apuntan a la variante XBB.1.5, que en gran medida ya ha desaparecido en Estados Unidos; sin embargo, según la FDA, resiste bien frente a cepas más recientes como EG.5 y BA.2.86.
Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Estados Unidos cesaron el estado de emergencia de salud pública en mayo, los estadounidenses deberían poder seguir recibiendo las nuevas vacunas gratuitamente a través de seguros privados y programas subvencionados por el gobierno, que beneficiarían a personas de mayor riesgo como adultos mayores. Tanto las vacunas de Pfizer como las de Moderna, basadas en la tecnología del ARNm, conllevan riesgos poco frecuentes de inflamación cardíaca, especialmente entre los hombres jóvenes.