Una vez resuelto quienes serán las dos aspirantes a la presidencia de las coaliciones de derecha e izquierda, comienza la batalla de los números y la ganancia de adeptos para sumar y equilibrar la balanza a favor de los contendientes, en una carrera que será dura y de resistencia por el 2024.
Marcelo Ebrard será un factor que puede intentar dinamitar el proceso y su partido, las impugnaciones están a la vuelta de la esquina, pero no determinante para la elección, si es que decide irse de Morena y recalar en la oposición, sencillamente su calidad moral se diluirá. La valía de Marcelo es dentro del movimiento, fuera no lo será tanto.
La operación cicatriz debe ser rápida y efectiva si la aspirante de Morena quiere reducir daños, la inclusión de los derrotados en el proceso interno debe tener puertas abiertas o en verdad habrá consecuencias en las bases morenistas.
Esto viene a cuenta, dado que en la capital del país se centrarán muchos de los objetivos de la derecha, aquí habrá una operación estratégica para golpear el centro del corazón político de Morena, con 9 alcaldías en manos de la oposición, y con una militancia inmovilizada, Morena no tiene fácil el escenario.
Los números de la elección de 2021 para Morena no fueron nada afortunados, la oposición, PRI, PAN y PRD, por si sola reunió más de 1.8 millones de votos, mientras que Morena y aliados obtuvieron apenas 1.7 millones de votos.
Eso explica porque en la actualidad la oposición gobierna en 9 alcaldías y Morena solo en 7.
En 2018, con Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheimbaun en la boleta electoral, las cosas fueron diferentes, Morena obtuvo más de 2.5 millones de votos mientras que la oposición, casi un millón menos, pues solo alcanzaron reunir 1.6 millones de votos.
Estos resultados significaron que Morena gobernara, de 2018 a 2021, once alcaldías mientras que la oposición cinco y muy focalizados.
Como puede verse el déficit de votos de Morena deviene de la inmovilización, los excesos de confianza y malos candidatos.
Si la fractura en Morena, derivada del proceso de corcholatas, no se resuelve de manera apropiada, la capital resentirá indudablemente.
Bajo ese contexto, los aspirantes de la izquierda en la capital, Clara Brugada y Omar García, se presentan como propuestas casi antagónicas.
Por un lado, Clara Brugada es una política de gran experiencia, cercana desde hace muchos años al proyecto del presidente López Obrador, lo acompañó, cuando era legisladora en el proceso en contra del desafuero.
También es cercana al proyecto de la doctora Claudia Sheinbaum, durante los últimos cinco años compartieron un proyecto político que redundó en una gran transformación de Iztapalapa, la alcaldía más poblada y más compleja de la ciudad y que hoy presume un rostro más amable basado en la construcción de infraestructura para la movilidad masiva y políticas de intervención social para la reconstrucción del tejido comunitario.
Por el otro lado, está Omar García, destacado jefe de la policía capitalina, pero con más interrogantes que méritos para gobernar la capital, nunca ha tenido un pronunciamiento público que ilustre su ideario político además de pesar sobre él la sombra de haber colaborado con Genaro García Luna y estar vinculado en la terrible noche de la desaparición de los 43 jóvenes de Ayotzinapa.
La izquierda ya ha tenido la experiencia de ex policías, supuestamente exitosos, como fue el caso de Miguel Ángel Mancera, pero que resultaron un lastre para la capital y que por su inexperiencia fue secuestrado por políticos impresentables como el prófugo Mauricio Toledo, los panistas del cártel inmobiliario, entre otros.
En el frente opositor se barajan los nombres de Santiago Taboada, Mariana Moguel, Sandra Cuevas, Lía Limón, Kenia López, Adrián Ruvalcaba y Luis Espinosa, muchos de ellos sin trabajo territorial, ni posibilidades serias, pero con una importante presencia en medios de comunicación.
La oposición buscará desde las alcaldías con las que hoy cuenta hacer un bloque que potencie sus números para el 2024, aprovechará las pifias del gobierno y las divisiones en la izquierda para lograr este propósito.
La oposición, en 26 años de gobiernos emanados de la izquierda, nunca había tenido estas condiciones, por ello, para Morena y sus aliados la unidad de su militancia será fundamental para conservar el bastión político, pero sobre todo mantener el impulso de transformación que desde la presidencia y la jefatura de gobierno le han imprimido.
Las personas que encabecen las candidaturas también será un punto medular de la batalla en la ciudad, por el lado de la derecha, como ha anticipado el presidente, podría ser Santiago Taboada, que, a pesar de las denuncias por su cercanía con el cartel inmobiliario, tendrá un discurso, exacerbado por los medios de comunicación tradicionales, que apele al aspiracionismo y con ello busque confundir a la población.
En el caso de la izquierda no pueden permitirse candidaturas con desapego social, la tarea de los aspirantes capitalinos es sumar, para ello, es necesario que sean reconocidos por la población, por su trabajo vinculado al desarrollo de la colectividad.
Los retos son muchos en la ciudad, seguridad, convivencia social, empleo, movilidad, servicios públicos, recuperación del espacio público, medio ambiente sano, entre muchos otros, que repercuten en la vida diaria de los capitalinos, el desconocimiento y desapego no son las virtudes que se requiere en este momento histórico de transformación para la capital.
Está en juego el futuro de la metrópoli más poblada del país, pero sobre todo el corazón político de la Cuarta Transformación, no habrá segundo piso, sin la capital de las y los mexicanos.