La competencia y la reconciliación

Por: Liébano Sáenz

 

No es la democracia la que divide, sino jugadores mal avenidos a los valores de la buena política y, especialmente, cuando la farsa, la trampa o el desorden en el proceso impiden que los no favorecidos procesen positivamente la adversidad…

Las condiciones con las que se desarrolla la competencia van a ser determinantes para la reconciliación. Lo mismo vale para el proceso del oficialismo que para el del frente opositor. No es la competencia la que divide, sino la ausencia de condiciones razonables de equidad en la disputa política. No es la democracia la que divide, sino jugadores mal avenidos a los valores de la buena política y, especialmente, cuando la farsa, la trampa o el desorden en el proceso impiden que los no favorecidos procesen positivamente la adversidad.

El oficialismo puede resolver la unidad interna después de un proceso con inconformidades de los competidores, por la inercia misma que da estar en el poder, así como la percepción de triunfo en el futuro próximo. De esto hay una larga tradición política y es previsible que no haya ruptura, aunque sí inconformidad, discreta o abierta.

Para la oposición es más difícil y complejo. Y es así porque el Frente es la suma de adversarios históricos que suman encono y desconfianza. Como tal, fue un logro mayúsculo que los partidos cedieran a un grupo de ciudadanos el diseño y la dirección de un proceso de selección. Por lo mismo fue un error no hacer todo para que lo proyectado se cumpliera. El acuerdo cupular de los partidos compromete el desenlace y niega lo mejor de lo alcanzado, la dimensión ciudadana.

Es propio de la política que el pragmatismo se imponga. Más cuando se tiene un desafío mayor y se enfrente una amenaza al sistema que da sustento a la coexistencia de la pluralidad y a la contención del abuso o de la pulsión autoritaria. La cuestión es que los instrumentos para lograr lo que se pretende importan; debe haber consistencia con lo que se ofrece y el actuar, porque es lo que da autoridad, fuerza y razón de ser al proyecto alternativo.

El Frente deberá reencontrar las razones de su existencia, fortaleza y vigencia. En buena parte tiene que ver con lo que se dice, se hace y, especialmente, con lo que se propone. Las designaciones de candidatos es un reto mayor, igual que el gobierno de coalición, que se habrá de nutrir de acuerdos que sólo pueden surgir de un encuentro plural. Finalmente, la reconciliación que más importa es la de la política con la sociedad. Esa es tarea eje del Frente.