El pasado lunes 21 de agosto, en la pastelería “Tere Cazola” ubicada en la avenida Patricio Trueba en la capital de Campeche, se vivieron momentos de tensión cuando un individuo ingresó al establecimiento con la intención de cometer un asalto. La valiente reacción de la empleada cambió el rumbo de los hechos.
El intento de asalto
A las 13:06 horas, una cámara de seguridad registró el instante en que el asaltante entró al local. Simulando hablar por su teléfono celular, se acercó al mostrador y la trabajadora le pidió que se retirara. Sin embargo, el sujeto afirmó estar armado y exigió el dinero. La empleada respondió que todo estaba en la caja registradora y comenzó a alejarse, momento en que el delincuente también solicitó su teléfono celular.
La astucia de la empleada
La trabajadora respondió que el teléfono estaba ahí, y en ese instante abrió la puerta para salir. Ante la pregunta confundida del asaltante, la empleada cerró rápidamente la puerta y bajó la cortina de la pastelería. La situación se volvió aún más tensa cuando el delincuente intentó en vano subir la cortina.
¿En qué termino este intento fallido de asalto?
Desesperado por escapar, el individuo buscó alternativas en el local, llegando a pedir ayuda. Intentó mover una estantería para bloquear la puerta, posiblemente en busca de una vía de escape de emergencia. Finalmente, tomó el extintor, lo utilizó para romper una pequeña ventana en la parte trasera y saltó a un patio.
Aunque el delincuente logró salir de la pastelería, su intento de huida fue en vano. La policía local lo detuvo y lo entregó a la Fiscalía General del Estado. La valentía y astucia de la empleada no solo impidieron el robo sino que también llevaron a la captura del presunto delincuente.
Reacciones en las redes sociales
El video de este incidente se volvió viral en las redes sociales, donde los usuarios aplaudieron la determinación de la empleada y celebraron que la situación hubiera tomado un giro favorable. La imagen de uno de los pasteles de “Tere Cazola” con el mensaje pronunciado por el asaltante, “¡mamita ayúdame por favor!”, se convirtió en un símbolo de la frustración del delincuente ante su fracaso.
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