Científicos del Instituto de Ciencias Weizmann, con sede en Israel, han logrado un descubrimiento astronómico que abre nuevas perspectivas en nuestra comprensión de la evolución estelar y planetaria.
Se trata de una enana marrón, una entidad celestial con características singulares, que comparte similitudes con Júpiter pero sorprendentemente supera en temperatura la superficie solar en 2 mil grados Celsius.
Este hito científico, cuyo análisis global ha involucrado la colaboración de investigadores de diferentes rincones del mundo, fue presentado en las páginas de la revista Nature el pasado lunes. La hazaña investigativa se llevó a cabo gracias a un minucioso análisis de datos captados por el imponente Telescopio Extremadamente Grande (ELT por sus siglas en inglés), localizado en el vasto y asombroso desierto de Atacama en Chile.
El objeto de estudio en cuestión comprende un binomio celestial compuesto por dos enanas, cada una portadora de su propia naturaleza singular. En detalle, una de ellas se cataloga como enana blanca, un residuo estelar surgido tras el agotamiento de su combustible nuclear, compartiendo similitudes con nuestro propio Sol. La otra, en contraste, es una enana marrón, un tipo de entidad celeste que no se enmarca ni como planeta ni como estrella, pero que presenta una masa gaseosa equiparable a la de Júpiter o incluso a la de una estrella enana. Esta particularidad la convierte en un laboratorio astronómico inmejorable para investigaciones futuras concernientes a los llamados “Júpiter calientes”.
De acuerdo con Na’ama Hallakoun, quien lidera este estudio desde el Departamento de Física de Partículas y Astrofísica del Instituto Weizmann, esta enana marrón es particularmente observable debido a su tamaño considerable en relación a la estrella circundante, una estrella diez mil veces menos luminosa que una estrella promedio.
Las enanas marrones, a veces denominadas “estrellas fallidas”, carecen de la masa necesaria para propiciar reacciones de fusión de hidrógeno en su núcleo, pero a diferencia de gigantes gaseosos, su masa les permite mantenerse intactas a pesar de la influencia gravitacional de sus compañeras estelares.
Este asombroso hallazgo también destaca por el hecho de que las superficies de los llamados “Júpiter calientes” exhiben alturas extremas, influidas por la intensa radiación proveniente de sus estrellas hospedantes. Según palabras de Hallakoun, “Los ‘Júpiter calientes’ se erigen como polos opuestos a los mundos habitables, presentando entornos sumamente inhóspitos para la existencia tal como la conocemos”.
La importancia de este descubrimiento se extiende hacia el futuro, con proyectadas observaciones espectroscópicas de alta resolución previstas en torno a este sistema similar a Júpiter, empleando el telescopio espacial James Webb de la NASA. Esto podría arrojar luz sobre la naturaleza de otros exoplanetas situados en diversas partes del vasto universo, ampliando aún más nuestra comprensión de la diversidad celestial.
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