Por: Freddy Serrano Díaz
En la calle el elector ya sabe lo que quieren los candidatos, su voto, elegirse, afianzar una alternativa de poder más allá de la autoridad.
“Al elector le interesa su cotidianidad, el bienestar de los suyos, las soluciones, mientras tanto el político se basa en ganar y su distracción es la disputa con oponentes, hay una ruptura de conveniencias”.
Para los candidatos que hoy publican fotos recibiendo avales, haciendo alianzas, conduciendo un taxi, agitando mezcla, llevando concentrado a animales de calle, pescando o visitando abuelos desconocidos, tenemos una mala noticia, no funciona, a los votantes de hoy no les interesa la hipocresía.
Hasta hace poco veníamos convencidos del enorme reto que para la política representa la dinámica digital, sin embargo acudimos a un cambiante panorama donde las cosas son diferentes, luego rescatar un parque cuando nunca se hizo o hablar de sencillez al bajarse de un carro de gama alta, de seguro no habrá de funcionar.
Es simple, se corre el riesgo de perderse en un mercado de iguales, es probable que nos voten así no nos crean, todo se nos nota y la feria de argumentos está sujeta al escrutinio riguroso de un mercado cambiante y saturado de contenidos iguales, que son como chistes contados: “perdieron su gracia”.
El votante por su parte reclama relación persona a persona, que no lo dejen en visto, que respondan el llamado, que escuchen y cumplan, que hablen poco y que no luzcan trajes exclusivos de las pasarelas de Paris.
En la calle el elector ya sabe lo que quieren los candidatos, su voto, elegirse, afianzar una alternativa de poder más allá de la autoridad, ojalá los interesados logren descubrir y entender lo que quieren ellos: franqueza y autenticidad, sin tramoya.