Un estudio reciente ha revelado que casi la mitad del agua del grifo en Estados Unidos está contaminada con sustancias químicas prácticamente indestructibles, conocidas como FPAS (perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas). Estos “químicos eternos” representan un riesgo potencial para la salud, ya que se ha demostrado que pueden aumentar el riesgo de cáncer, reducir la fertilidad e interferir con las respuestas inmunitarias.
Las FPAS son sustancias químicas que apenas se degradan, lo que significa que persisten en el medio ambiente y se acumulan en el cuerpo humano a lo largo del tiempo. Estudios previos han indicado que pueden tener efectos perjudiciales en la salud, especialmente en el sistema reproductivo e inmunitario, el desarrollo y la función de órganos como el hígado y los riñones, e incluso se ha observado que causan tumores en estudios con animales.
El estudio realizado por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGC) revela que al menos un PFAS puede ser detectado en aproximadamente el 45% de las muestras de agua potable en Estados Unidos. Además, la exposición a estas sustancias es más común en las zonas urbanas, con tasas de detección superiores al 70% en algunas áreas.
El análisis, que es el primero en su tipo a gran escala, se basó en el examen del agua recogida directamente de los fregaderos de cocina en todo el país, incluyendo pozos privados y suministros públicos. Los científicos del USGC utilizaron un método desarrollado por el Laboratorio Nacional de Calidad del Agua del USGC para analizar 32 tipos de PFAS.
Estas sustancias químicas se encuentran no solo en el agua, sino también en productos domésticos como utensilios de cocina antiadherentes, envases de alimentos, productos de limpieza y espumas contra incendios, así como en plantas de producción de diversas industrias.
Aunque algunas naciones han restringido la producción de FPAS debido a sus impactos ambientales y en la salud, más de 12,000 tipos de estas sustancias aún existen y no todos pueden ser detectados con las pruebas actuales.