La política es la construcción de lo impensable, más en estos tiempos en los que la insatisfacción social abre puerta a lo disruptivo. Hoy la indignación lleva a una sociedad a suscribir proyectos políticos un tanto lejanos a lo convencional. Es una ola de estos tiempos y está presente en México y en otras naciones. Somos testigos del agotamiento del paradigma propio de la democracia liberal.
En este contexto se enmarcan muchas de las experiencias populistas. La solidez del sistema democrático se pone a prueba y las instituciones logran sobreponerse a la amenaza autoritaria. Así ha ocurrido en Gran Bretaña, Estados Unidos de Norteamérica y Brasil. En México está por verse, pero todo indica que la normalidad democrática prevalecerá a pesar de la polarización y del deterioro de los valores y actitudes de la democracia.
Impensable fue el arribo de López Obrador en condiciones hegemónicas. Impensable también, hasta hace algunos días, que la oposición pudiera ganar espacio a manera de competir con fortaleza ante el desafío electoral. La sucesión anticipada había favorecido al partido gobernante y a sus aspirantes. Todo esto cambió a partir del acuerdo de tres fuerzas políticas y, sobre todo, de una representación ciudadana para un heterodoxo método de selección de candidato(a). El modelo plantea dudas, pero es una oportunidad para reposicionarse con miras a las elecciones de 2024, la presidencial, la de Congreso y la de las elecciones concurrentes.
La precampaña del oficialismo en la simulación y una autoridad electoral militante obligó a la oposición a actuar. Muy lamentable que ésta cediera, pero la opción hubiese sido un bloque opositor en estado de indefensión al apostar a la legalidad al tiempo que el gobierno, su partido y la autoridad electoral decidieron prescindir de la norma para avanzar.
Las elecciones no serán un día de campo para nadie. La disputa es auténtica y, no obstante la evidente sumisión del INE a AMLO, es posible la alternancia en la Presidencia y todavía más, es posible que la pluralidad regrese al escenario nacional. Muy importante que los actores políticos entiendan que el camino adelante es construir un mejor país, no restaurar lo que no ha funcionado ni perpetuarlo que la mayoría parece empezar a rechazar.