En la sociedad actual, el consumo de comida rápida se ha vuelto cada vez más frecuente debido al ritmo de vida acelerado que llevamos. Aunque ocasionalmente no representa un gran peligro, incorporarla de manera regular en nuestra dieta puede tener consecuencias nocivas para nuestro organismo.
Una dieta equilibrada nos proporciona alrededor de 1500 a 2000 calorías al día, mientras que la comida rápida puede superar esa cantidad en una sola comida. Además, este tipo de alimentos suelen contener sustancias perjudiciales para nuestra salud.
Consecuencias de la comida rápida
Es común que muchas personas desconozcan las consecuencias directas del consumo regular de comida rápida. Estos alimentos carecen de valor nutricional, pero son altos en calorías, azúcares, grasas no saludables y otros antinutrientes.
Si queremos mantener una dieta saludable, es importante consumir este tipo de comida con precaución. Por lo general, la comida rápida es alta en azúcares y suele estar refinada, lo que conduce al aumento de peso debido a los carbohidratos. Además, contiene grasas saturadas perjudiciales para el corazón y niveles elevados de sal que pueden aumentar la presión arterial.
Dado que el consumo de comida rápida se ha vuelto cada vez más común, sus consecuencias para nuestro organismo son significativas. A continuación, analizaremos algunas de ellas:
- Aumento del riesgo de padecer depresión en los jóvenes: Los adolescentes experimentan cambios hormonales que los hacen susceptibles a los cambios de humor y de conducta. Una buena alimentación ayuda a mantener estos cambios hormonales bajo control, mientras que la comida rápida, al carecer de nutrientes esenciales, puede aumentar en un 58 % el riesgo de padecer depresión si se consume de forma continua. Este riesgo también puede aumentar en adultos que llevan un estilo de vida poco saludable, caracterizado por una alimentación inadecuada y el sedentarismo.
- Fatiga: Aunque la comida rápida puede hacernos sentir llenos en el momento, en realidad no nos aporta energía, sino sensación de pesadez y cansancio. Estos alimentos carecen de los nutrientes esenciales que nuestro organismo necesita para mantenerse saludable y funcionar correctamente.
- Trastornos digestivos: Las personas que consumen comida rápida de forma habitual tienen más probabilidades de padecer trastornos digestivos, como el reflujo gastroesofágico o el síndrome de colon irritable. Esto se debe al alto contenido de grasas y azúcares de estos alimentos, así como a su bajo contenido (o incluso nulo) de fibra, lo que dificulta la digestión y el tránsito intestinal.
- Mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares: La comida rápida es rica en grasas saturadas y grasas trans, que aumentan los niveles de triglicéridos y colesterol LDL (colesterol “malo”) en la sangre. Esto puede llevar a la formación de ateromas en las arterias, que bloquean el flujo sanguíneo hacia el corazón. Además, está asociada a una mayor predisposición a la obesidad, según evidencia científica actual.
- Trastornos renales: Un plato de patatas fritas de comida rápida contiene niveles elevados de sal. El sodio de la sal afecta el equilibrio sodio-potasio del cuerpo y puede provocar hipertensión. Además, debido a que los riñones son responsables de eliminar las toxinas de la sangre, el consumo excesivo de comida rápida genera un aumento en la producción de toxinas, lo cual afecta el funcionamiento del sistema renal.
- Daños hepáticos: El consumo prolongado de comida rápida puede causar daños en el hígado similares a los efectos del alcohol. Estudios recientes han demostrado que aquellos que consumen comida rápida sin realizar ejercicio experimentan cambios en las enzimas hepáticas en tan solo cuatro semanas. Estos cambios son similares a los observados en personas con problemas de alcoholismo, debido al alto contenido de grasas trans en este tipo de alimentos.
- Mayor riesgo de diabetes tipo 2: Las dietas poco saludables contribuyen al aumento de los casos de diabetes. Cuando consumimos comida rápida, la falta de fibra en estos alimentos provoca un aumento de los niveles de azúcar en sangre. La dieta basada en comida rápida suministra al cuerpo un flujo constante de glucosa, lo cual aumenta los niveles de insulina y afecta la capacidad del cuerpo para utilizar correctamente la insulina, lo que puede resultar en el desarrollo de diabetes tipo 2.
- Enfermedades respiratorias: A menudo se pasa por alto, pero el consumo de comida rápida también puede aumentar la prevalencia de enfermedades respiratorias. El aumento de peso provocado por estos alimentos puede aumentar las probabilidades de sufrir problemas como el asma y la falta de aliento. De hecho, un estudio publicado en BMJ reveló que los niños que consumen comida rápida al menos tres veces por semana tienen un mayor riesgo de desarrollar asma. El exceso de peso ejerce una presión adicional sobre el corazón y los pulmones, lo que empeora los síntomas respiratorios.
Es fundamental evitar el consumo regular de comida rápida y recordar que, de manera ocasional, se puede disfrutar sin causar grandes problemas si llevamos un estilo de vida saludable. Realizar actividad física diaria y mantener una alimentación variada permitirá que los efectos nocivos de la comida basura pasen desapercibidos para nuestro cuerpo. El equilibrio es clave para mantener una buena salud.