Alianza: Entre el cinismo y el oportunismo

Por Adriana Delgado Ruiz | @AdriDelgadoRuiz

 

La alianza Va por México dejó sola a Alejandra del Moral. Ninguno de los dirigentes de esos partidos la acompañó en la hora de la derrota y una semana antes cancelaron su cierre de campaña en Tlalnepantla.

La carrera fue cuesta arriba todo el tiempo. Del Moral fue designada en un albazo del gobernador Del Mazo, tomando por sorpresa a precandidatos sólidos como la diputada Ana Lilia Herrera, y la operación cicatriz en el interior del PRI mexiquense fue tardía. En cambio, la candidatura de Delfina Gómez fluyó más naturalmente. Con la experiencia de haber quedado solo cuatro puntos porcentuales atrás en la elección anterior, Horacio Duarte e Higinio Martínez decidieron dejarle el paso libre.

Durante la campaña, los estrategas de Alejandra del Moral limitaban la comunicación con los medios, sólo plagaron el estado con anuncios espectaculares, le dieron una imagen de valiente pero despótica y no la acercaron a conectar empáticamente con sus electores.

¿Dirigentes partidistas o figuras políticas relevantes en el estado ensuciándose un poco los zapatos? Eso no sucedió. Del Moral giró esa circunstancia como un argumento en su favor: “No han visto operar al PRI como operaba. No están los exgobernadores y el gobernador detrás de mí. No hay cajas de huevo llenas de dinero”. Dada toda esa ausencia de apoyo, el resultado en realidad no fue tan malo. Creció como un activo político importante que no debería ser descartado fácilmente.

Hecho el desastre, Alejandro Moreno se fue a Coahuila, vistiendo una camisa con su sobrenombre “Alito” en el tamaño más grande posible y el logotipo del PRI estampados, en un claro afán de protagonismo, a levantar la mano triunfante de Manolo Jiménez, aunque el círculo más cercano del ganador de esa gubernatura sostiene que recibió mucho más apoyo de los panistas que del priismo.

Luego, la reasignación de culpas por la derrota en tierra mexiquense. La diputada y secretaria de Comunicación del PRI, Paloma Sánchez, inició la ofensiva desde Twitter: “¿Qué embajada habrá negociado Alfredo del Mazo?”. Desde el PRD, Jesús Zambrano atizó: “no hubo de ninguna manera, en ningún momento siquiera, una reunión con nadie del equipo de la coalición”. Pero ¿qué se supone que acordarían? ¿Las tan acostumbradas maniobras ilegales de compra de votos?

Alejandro Moreno se fue a la yugular: “El gobernador del Estado de México le dio la espalda a la militancia priista. Si necesita carácter yo le hubiera prestado un poco, porque lo importante era defender a la militancia, al estado, respetar la ley, pero caminar juntos”. El dedo acusador de un líder que sólo ha ganado una gubernatura, conservado otra y perdido 11, entre ellas la de su estado, Campeche.

Moreno se ha burlado de la militancia priista, incluso extendiendo ilegítimamente el periodo de su dirigencia. Su apuesta es imponer a sus candidatos al Congreso, lo que es un gran peligro porque, si la alianza Va por México no opera eso con cuidado, el riesgo es que Morena y sus aliados dominen la Cámara de Diputados y el Senado al punto de poder hacer cambios constitucionales sin necesidad de negociar.

El PRI perdió su mayor bastión, el Estado de México, que ha gobernado por 94 años continuos. Como cierre simbólico de esa era, el distrito 13, cuna del legendario Grupo Atlacomulco, fue ganado por la ahora gobernadora electa, Delfina Gómez.

Lo que sigue es la maniobra de supervivencia con cuentas alegres. Alejandro Moreno afirma que entre la elección del Edomex y la de Coahuila, la alianza Va por México obtuvo la mitad de todos los votos emitidos y que, de ellos, el PRI aportó el 67 por ciento, cifra que lo pondría como la fuerza opositora mayoritaria. ¿Cálculo así de simple y correcto? ¿Lo aceptarán sus aliados?