Por Antero Carmona
Distraídos por nuestro día a día, sumidos en nuestras preocupaciones y quehaceres, no nos percatamos de situaciones mínimas que ocurren en nuestro entorno, por ejemplo; si los árboles del parque de la equina se encuentran sanos, si en ellos vive algún tipo de animal, cuantas aves vemos volar al día, si las flores del vecino estan en floración o, si esas plantas son visitas por abejas, de hecho, te has preguntado, ¿Cuantas abejas veo al día?
Diversos estudios muestran que desde finales de los 90´s se ha reportado la desaparición repentina de las abejas, y han informado de tasas inusualmente altas de descenso en las poblaciones de las colonias de abejas melíferas. Por ejemplo, en Europa, en un informe conocido como “El declive de las abejas”, advierte que las poblaciones han disminuido un 25% en los últimos 30 años.
En Estados Unidos, en 1988 había un total de 5 millones de colmenas y, al final del 2015 quedaron sólo la mitad, se tiene el registro que murieron el 42.1% de las colonias, y las proyecciones para los siguientes años son catastróficas. Ante tal situación, el Fish and Wildlife Service (Servicio de Pesca y Vida Silvestre) ha incluido por primera vez a este animal como especie en peligro, específicamente a siete especies, que hoy cuentan con una protección especial.
Po otro lado, la Unión Europea ha restringido el uso de cuatro insecticidas, altamente tóxicos y letales para las abejas. Además, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha expresado su preocupación respecto a otros dos plaguicidas neonicotinoides, y ha hecho notar su toxicidad en los seres humanos.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un tercio de la producción mundial de alimentos depende de esta especie, ya que la producción de alimentos obedece en gran medida de la polinización –proceso natural que permite que se fecunden las flores y produzcan frutos y semillas–. Algunas investigaciones advierten que, el 75% de la flora silvestre y que aproximadamente el 40% de las frutas y verduras de nuestro consumo procede de la polinización de las abejas.
Desafortunadamente, en los últimos años, los factores que amenazan a las abejas han aumentado, por ejemplo; los impactos del cambio climático, la pérdida de ecosistemas y su fragmentación –menor disponibilidad y diversidad de alimento para las abejas–, la presencia de especies de flora y fauna invasora, enfermedades, parásitos, la presencia de monocultivos y de agricultura industrial, las cuales utilizan plaguicidas altamente tóxicos para estos polinizadores.
Ahora bien, no sólo la especie humana corre riesgo, la biodiversidad también corre riesgo, ya que diversas especies de plantas necesitan de estos agentes polinizadores, sin ellos, se vería afectado su ciclo biológico, repercutiendo en la función de los ecosistemas, y si desaparecieran, se pondría en riesgo la continuidad de muchas especies de animales que se alimentan de las plantas.
En la historia de la Tierra han existido cinco extinciones masivas en los últimos 600 millones de años, esto ha implicado la desaparición acelerada de un poco más del 70% de la flora y fauna. Hoy en día, en el antropoceno –era geológica actual–, nos encontramos en la antesala a la sexta extinción masiva, conflicto en el cual, la especia humana es el personaje principal.
Este insecto polinizador ha evolucionado durante millones de años. La abeja más antigua registrada se encontró en Myanmar, cubierta de ámbar y tenía 100 millones de años de antigüedad. Las abejas productoras de miel del género Apis, existen desde hace 20 millones de años –Mioceno–, mucho antes de la aparición del hombre.
Estrategias por su supervivencia
Infortunadamente, al tratarse de un problema sin una causa única, sino, de una combinación de factores, que aumentan día a día y, sin una solución universal, es prioritario que la sociedad y gobierno trabajemos de la mano, que todos los sectores entendamos la importancia que tienen las abejas, y claro, todos los polinizadores, y de las amenazas a las que nos enfrentamos si estos desaparecieran.
Se deben establecer nuevas políticas de urgente aplicación al campo mexicano y a su biodiversidad, el primer paso deberá ser:
- Aumentar la diversidad de los cultivos y de las explotaciones agrícolas regionales.
- Establecer modelos de agricultura ecológica –orgánica urbana y rural– como ruta para una producción sostenible.
- Prohibir el uso de productos tóxicos para las abejas y demás polinizadores.
- Sustituir a los que actualmente están en uso, y establecer medidas más estrictas en la evaluación de los plaguicidas.
- Considerar a ciertas especies de abejas prioritarias para la conservación, ya que tienen una importancia estratégica en el mantenimiento y equilibrio de los ecosistemas, sumado al alto grado de interés social, cultural, científico y económico.
- Establecer lineamientos o protocolos de acción para el rescate de las abejas y de sus hábitats.
- Trabajar en campañas de educación y concientización sobre lo que podemos hacer como sociedad para ayudar a las abejas y polinizadores.
- Desarrollar acciones de restauración y conservación de hábitats y ecosistemas específicos.
Si los cambios no ocurrieran en el corto plazo, nos enfrentaríamos a una pérdida irreversible de las poblaciones de abejas, afrontando un grave desequilibrio ecológico y un serio problema alimentario, derivado de la baja productividad, esto generaría un incremento en el precio de los alimentos. Especialistas señalan que algunos cultivos se podrían polinizar a mano, pero otros, sería técnicamente imposible, quién va a polinizar al girasol, al romero, al tomillo, el trébol, las judías, las zarzamoras, el almendro, los arándanos, los melones, etc., lista que es interminable, ya que su polinización depende solo por insectos.
Debemos reflexionar sobre la frase atribuida al célebre Albert Einstein “Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían 4 años de vida”, la cual, podría parecer cataclísmica, sin embargo, la amenaza es real, ya que nos encontramos en la antesala de la sexta extinción masiva.