Caos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México debido a las condiciones meteorológicas

El caos se desató en las primeras horas del sábado 20 de mayo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Alrededor de las 5:00 horas, los vuelos que habían llegado durante la noche estaban desalojando las terminales 1 y 2, mientras los mostradores recibían a los pasajeros que tenían previsto volar hacia diversos destinos, como Tijuana, Mexicali, Monterrey y Cancún, entre otros.

 

Asimismo, se estaban atendiendo a los pasajeros que tenían vuelos programados hacia destinos internacionales, incluyendo Denver, Orlando, Nueva York y Los Ángeles. Según informes, aún se pudo realizar un vuelo con destino a Vancouver.

 

Sin embargo, a través del sistema de altavoces, se anunció que el aeropuerto se encontraba cerrado debido a las condiciones meteorológicas derivadas de las explosiones del volcán Popocatépetl. Estas condiciones climáticas afectaron al menos 500 rutas aéreas, incluyendo vuelos que partían desde México, llegaban al país o hacían escala en el AICM.

 

A las 6:00 horas, la situación continuaba sin cambios. Las aerolíneas se negaban a asumir la responsabilidad y declaraban: “Tenemos que esperar las indicaciones de las autoridades aeroportuarias”. Las pantallas comenzaron a mostrar vuelos retrasados, pero ninguna cancelación. Los pasillos del aeropuerto se llenaban de personas que esperaban ansiosas poder volar.

 

Tanto los madrugadores como aquellos que aún estaban somnolientos se sumaban a la escena del caos. Los restaurantes del aeropuerto estaban abarrotados, mientras la gente mantenía la esperanza de poder volar. Los equipos de pilotos y sobrecargos caminaban por los pasillos hacia las puertas de embarque como si nada sucediera, pero eran detenidos junto con los demás pasajeros. El creciente caos democratizaba la terminal aérea, ya que todos compartían el mismo enojo y frustración.

 

La situación en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México reflejaba la impotencia y la incertidumbre que prevalecían entre los viajeros. La espera prolongada, la falta de información clara y la imposibilidad de volar generaron un ambiente de descontento generalizado. Los pasajeros esperaban ansiosos a que las condiciones meteorológicas mejoraran y las autoridades aeroportuarias tomaran las decisiones necesarias para restablecer la normalidad en los vuelos.