En un movimiento que ha generado preocupación a nivel internacional, Greenpeace International, reconocida organización ambiental con sede en los Países Bajos, ha sido etiquetada como “indeseable” por las autoridades rusas.
Esta controvertida decisión ha sido calificada por Greenpeace como “absurda y destructiva”, ya que criminaliza su trabajo y pone en peligro su labor en Rusia. La fiscalía general rusa acusa a Greenpeace de representar una amenaza para el orden constitucional y la seguridad del país, alegando que busca derrocar el poder de manera inconstitucional. Además, se le acusa de interferir en los asuntos internos de Rusia, socavar su economía y financiar organizaciones consideradas “agentes extranjeros” por las autoridades. Esta situación refleja un preocupante contexto de represión hacia las voces críticas en Rusia, afectando también a círculos culturales y organizaciones ecologistas.
Greenpeace, reconocida a nivel mundial por su defensa del medio ambiente y la protección de la biodiversidad, lleva a cabo diversas operaciones en Rusia a través de su filial rusa, inaugurada en 1992. Su trabajo se enfoca en la concientización sobre el cambio climático, la lucha contra los incendios forestales, la contaminación y la preservación de especies animales en peligro de extinción. Sin embargo, según la fiscalía general rusa, estas actividades son consideradas una amenaza para el país.
La fiscalía acusa a Greenpeace de alentar la interferencia en los asuntos internos de Rusia y de intentar socavar sus fundamentos económicos. También se le atribuye la financiación de organizaciones rusas clasificadas como “agentes extranjeros” por las autoridades. Estas acusaciones se suman a otras, como la realización de “campañas de información” destinadas a evitar la realización de proyectos de infraestructura y energía que son considerados rentables para Rusia. Además, se le señala por su supuesta “propaganda antirrusa” y por pedir el refuerzo de sanciones contra Rusia desde el inicio de la campaña militar en Ucrania.
La decisión de clasificar a Greenpeace como “indeseable” conlleva graves consecuencias para la organización. En Rusia, las organizaciones clasificadas como tal tienen prohibido abrir estructuras en el país, llevar a cabo proyectos o difundir información. Esta restricción limita enormemente la capacidad de Greenpeace para llevar a cabo su labor en Rusia y dificulta su participación en la protección del medio ambiente y la defensa de los derechos humanos en el país.