México no se ha dado cuenta de que invertir en el tema migratorio no solamente es una inversión hacia adentro sino también hacia afuera, una manera de tener apaciguado a Washington y de proyectar al país con un orden de ideas congruente en los diferentes foros multilaterales de desarrollo y de derechos humanos, de ganar aliados mirando al sur, de poco a poco materializar ese sueño de formar un frente centroamericano solidario y unido.
El pasado 28 de marzo, fallecieron 39 migrantes a causa de un incendio dentro de las instalaciones del centro migratorio del Instituto Nacional de Migración (INM) ubicado en Ciudad Juárez, Chihuahua. Según el comunicado del propio INM otras 29 personas resultaron heridas y fueron trasladadas a diversos hospitales.
Más tarde se filtró un video donde se observan los hechos, de un lado, el inicio del incendio y migrantes dentro de las celdas tratando de escapar y pidiendo ayuda, del otro, un par de uniformados del INM que ni siquiera voltean la vista hacia las llamas y salen tranquilamente de escena y parecen dibujar la esencia de esta administración: despreocupados, indiferentes, sin capacidad ni intención de respuesta.
Al día siguiente, en “la mañanera”, cuando iniciaron los cuestionamientos naturales sobre el tema, el presidente se limitó a mencionar que se tendría toda la información más tarde y llamó “amarillistas” a los reporteros que buscaban información y respuestas ante tan lamentable suceso. En la Secretaría de Gobernación y de Relaciones Exteriores parece que no terminaron de entender la magnitud de la tragedia y se han enfocado en temas administrativos en lugar de tomar acción.
Es cierto, el problema no es nuevo, pero ha sido evidente el desinterés del presidente por atender el tema migratorio con acciones concretas y fondos bien invertidos, ¿El resultado? La lamentable pérdida de vidas que ha representado esta tragedia, estaciones (tanto en el norte como el sur del país) que parecerían ser cárceles disfrazadas de centros de procesamiento migratorio y mismas que ya habían sido señaladas y evidenciadas por autoridades y organizaciones de derechos humanos, personal poco capacitado e indolente que por cierto, pertenece a una empresa del Cónsul Honorario de Nicaragua en México y quien presuntamente fue beneficiado con más de tres millones de pesos en contratos con diferentes instancias gubernamentales, trayendo recuerdos de prácticas de administraciones pasadas y en donde el “no somos iguales” queda en entredicho.
Una política exterior pobre es una pobre política exterior, se escapa el tiempo y con ello se evidencian las consecuencias de destinar poco dinero y atención a estos temas. Se escapan también oportunidades de consolidar los lazos tanto con el norte como con el sur, por el contrario, parece que se está jugando con fuego en ambos frentes.