Por Liébano Sáenz
Es explicable que para muchos la elección de 2024 sea considerada como la contienda decisiva para el futuro. En cierto sentido lo es, pero así han sido prácticamente todas las elecciones presidenciales. La próxima será distinta por la polarización de por medio, proceso que muestra signos de agotamiento, y también por la concurrencia inédita de elecciones locales junto con las federales. Prácticamente todo el país renovará municipios y congresos locales, además de 9 gubernaturas. La economía requerirá de una reforma fiscal profunda, y el estado de derecho plantearse como prioridad compartida.
La oposición institucional acusa insuficiencias que afectan sus posibilidades de éxito. El PRI, una fuerza política relevante y que ahora busca retener dos de sus últimos bastiones locales, está dividido. El PAN muy competitivo en zonas urbanas y fuerza dominante en varias entidades del país no muestra estar a la altura de la movilización ciudadana. El PRD es una fuerza simbólica, con una experimentada dirigencia, pero disminuido por el desprendimiento de muchos hacia Morena. MC ha tenido un desgaste reciente que le ha restado credibilidad para ser una tercera vía bajo el supuesto de un bloque opositor.
Lo más alentador de la oposición no está en los partidos sino en la irrupción ciudadana que dio muestra en la elección de 2021 y en las movilizaciones públicas del 13 de noviembre y 26 febrero. Pero por su propia naturaleza no tiene estructura organizativa. Para avanzar en sus objetivos requiere de los partidos.Una sinergia entre activismo ciudadano y partido es necesaria para la competitividad electoral y para significar un impulso transformador.
Mucho está centrado en la elección de 2024; en todo caso un tema mayor es el nuevo mapa de poder que se constituiría y, especialmente, si la pluralidad regresaría a ser la expresión propia de la política, proceso que inició en 1997 y concluyó 21 años después. Lo relevante es la agenda a partir de la renovación de poderes; en la economía, política, gobernabilidad y en el tema de legalidad es evidente que tendrá que constituirse una propuesta de reconstrucción y transformación al margen de la polarización y a partir de la inclusión, esto es, la coexistencia de la diversidad.