Armando Ríos Piter
Por una #SociedadHorizontal
El secuestro de cuatro estadounidenses, así como el asesinato de dos de ellos en Tamaulipas, puso al descubierto nuevamente, la crisis estructural que se vive en diversas regiones del país. Para muy pocos es noticia que los grupos criminales dominen Tamaulipas, sin embargo, escenas como las vistas la semana pasada, reiteran la magnitud del fracaso del Estado Mexicano en aquella entidad del noreste. Cinco hombres fueron abandonados en una camioneta junto a un mensaje firmado presuntamente por el grupo Escorpión del Cártel del Golfo (CDG), que los señalaba como autores del mencionado crimen. El grupo delictivo aprovechó para “condenar” dicha agresión y aseguró que “hay una división interna, por lo que decidió actuar y entregar a los responsables directos”.
La desaparición de los estadounidenses ocurrió al mismo tiempo que se difundió una iniciativa de los congresistas republicanos de Texas, Dan Crenshaw y de Florida, Mike Waltz, en la que proponen permitirle al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, usar la fuerza militar en la frontera sur durante cinco años. La propuesta se viralizó con gran velocidad en redes sociales. Otros legisladores como Andy Biggs, el ex fiscal William Barr, y el fiscal de Texas Ken Paxton, también han reiterado la necesidad de que Estados Unidos emplee a su ejército “para combatir el crimen organizado y el tráfico de fentanilo”.
Ante estas propuestas, el presidente de México, condenó la iniciativa republicana y la calificó como “irresponsable, una ofensa al pueblo de México, una falta de respeto a nuestra soberanía”. También anunció que la denunciará ante la Organización de Naciones Unidas y que llamará a los mexicanos en Estados Unidos a “no votar por los republicanos”. La semana cerró con una reunión entre el presidente López Obrador y la delegación de funcionarios estadunidenses en temas de seguridad, encabezada por Elizabeth Sherwood-Randall, encargada de la estrategia contra el fentanilo de la Casa Blanca, en la que también se habó del tráfico de armas.
Sobre estos hechos vale la pena hacer algunas reflexiones:
- Es evidente que en Tamaulipas, tanto el crimen como el castigo han quedado a cargo de los delincuentes. La pregunta que surge es: ¿Dónde quedó el Estado Mexicano en todo esto? Ha quedado demostrada la forma en que actúan los criminales cuando tienen verdadero miedo a las represalias por parte de la autoridad, aunque en este caso sea la estadounidense. Con tristeza vimos también cómo existen víctimas de primera y de segunda catergoría. Miles de familiares mexicanos fueron expectadores de la forma en que funcionan las instituciones cuando si hay interés de resolver un crimen. Si hubieran sido connacionales, otros hubieran sido los tiempos.
- Se ha normalizado en Estados Unidos, la discusión sobre una intervención militar unilateral hacia México. Si bien es cierto que de cara a la elección presidencial en aquél país, México será el malo de la película debido al táfico de fentanilo, el problema hoy exhibe dimensiones mucho más complejas. Se ha publicado que por esta droga han muerto más de 100 mil personas en la Unión Americana. Adicionalmente, la directora de la DEA ha detallado su preocupación por la complejidad de la red internacional en la que se incluye la participación china. El tema ya no solo es electoral, se ha vuelto uno de salud pública, pero también de seguridad nacional.
Si los delincuentes son quienes resuelven los delitos, es evidente que ellos -no la autoridad mexicana- definen como funciona la soberanía en esos territorios. ¿Qué tan pertinente es que AMLO recurra a los viejos discursos en defensa de la soberanía?
Las instituciones están rebasadas por la actividad criminal. Aunque no lo quieran reconocer los funcionarios mexicanos, el fracaso de la estrategia de “abrazos, no balazos”, ha derivado en reuniones bilaterales cada vez más frecuentes con el fentanilo como eje central. Es momento de pensar en una nueva política pública, que permita enfrentar un problema compartido. Esta droga no solo ha traído consigo la muerte de miles de estadounidenses, sino también de mexicanos. Allá por la adicción al estupefaciente, aquí por las confrontaciones entre grupos criminales cuyo poder económico, social y político cada día crece más.
El problema es complejo. No bastan las tradicionales defensas “nacionalistas”. La #SociedadHorizontal tiene la gran oportunidad de abrir espacios para una discusión proactiva, que permita encontrar soluciones de fondo. El gobierno mexicano debería entender el momento como una oportunidad.