Después del desastre nuclear de Chernóbil en 1986, muchos perros y otros animales fueron dejados atrás cuando las personas fueron evacuadas. Estos animales han estado viviendo en la zona de exclusión desde entonces.
Los estudios han demostrado que muchos de estos perros tienen niveles más altos de radiación en sus cuerpos que los perros que viven en áreas no contaminadas de Chernóbil. Se ha investigado cómo la radiación afecta su salud y su capacidad para reproducirse. Además, se han llevado a cabo estudios para entender cómo la radiación afecta a los diferentes sistemas del cuerpo de los perros, como el sistema cardiovascular, el sistema nervioso y el sistema inmunológico.
Un estudio publicado en la revista “Environmental Science and Technology” en 2017 encontró que los perros en la zona de exclusión tenían una mayor incidencia de cáncer y daño genético en comparación con los perros en áreas no contaminadas. Sin embargo, también se ha señalado que estos resultados son difíciles de interpretar, ya que los perros en la zona de exclusión también enfrentan otros riesgos ambientales, como la falta de atención médica, la exposición a depredadores y la falta de alimentos.
En general, estos estudios en perros que vagan por Chernóbil pueden ayudarnos a entender mejor los efectos a largo plazo de la radiación en la vida silvestre y cómo estos efectos pueden afectar a los ecosistemas en su conjunto.
Los científicos estudian estos perros con la esperanza de que enseñen a los seres humanos cómo vivir en los ambientes más hostiles y degradados.
El viernes publicaron el primero de lo que esperan será una larga serie de estudios genéticos en la revista Science Advances. Los objetos de estudio son 302 perros que vagan libremente por la llamada oficialmente “zona de exclusión” en el sitio del desastre. Identificaron poblaciones cuyos distintos niveles de exposición a la radiación podrían causar diferencias genéticas entre ellos y con los demás perros del mundo.
“Hemos tenido esta oportunidad dorada” de sentar las bases para responder a una pregunta crucial: “¿qué se hace para sobrevivir en un ambiente hostil como este durante 15 generaciones?”, afirma la genetista Elaine Ostrander, del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, uno de los numerosos autores del estudio.
Otro autor, Tim Mousseau, profesor de ciencias biológicas en la Universidad de Carolina del Sur, expresa que los perros “brindan una herramienta increíble para observar los impactos de esta clase de ambiente” en los mamíferos en general.
El medio ambiente en Chernóbil es particularmente brutal. El 26 de abril de 1986, una explosión e incendio en la planta nuclear ucrania lanzó polvillo radiactivo a la atmósfera. Treinta trabajadores murieron como secuela inmediata y se calcula que la mortalidad a largo plazo causada por el envenenamiento radiactivo ascenderá a miles de víctimas.