La destrucción de un globo que sobrevolaba el espacio aéreo de Carolina del Norte en Estados Unidos el pasado 4 de febrero y que fue identificado por el gobierno de ese país como un artefacto espía de origen chino, ha escalado el nivel de tensión entre el gigante asiático y nuestro vecino del norte, pero la sensación que deja este suceso y lo que ha sucedido en los días posteriores tiene un dejo a tomadura de pelo.
Alrededor del avistamiento de estos globos, que dicho sea de paso no son cosa nueva, se han suscitado toda una serie de teorías absurdas que por momentos pareciera que le conviene a la Casa Blanca que se difundan, so pretexto de alimentar el sentimiento anti chino de sus connacionales y de paso mostrarle músculo a su enemigo.
Por su parte, China ha reconocido que el globo era suyo pero que sus propósitos eran científicos, y tampoco ha dejado pasar la oportunidad de acusar a EU, vaya sorpresa, de acciones de espionaje, lo cual ha dado pie a una trama bastante patética en la que ambas potencias han entrado en una innecesaria dinámica de dimes y diretes y de despliegue de fuerzas.
Curiosos los dilemas de las potencias, porque en el fondo de todo este ardid publicitario está la negativa de Estados Unidos a compartir el poder y por el otro lado la inconformidad de China frente a los insaciables apetitos de hegemonía estadounidenses.
Todo parece indicar que, por ahora, el nivel de tensión entre EU y China se mantendrá en el plano de la retórica, pero preocupa que los canales diplomáticos se agoten y que ambos países opten por la vía del espectáculo, como si no tuviéramos suficiente ante tanto esperpento y desastre en el mundo.
Preocupa que las dos potencias incentiven la difusión de una narrativa que alimenta la zozobra y que da pie a la creación de historias y tramas más cercanas a la ciencia ficción que a la realidad.
En los hechos, sabemos que existen sofisticados mecanismos de espionaje tanto chinos como estadounidenses; vaya, a nadie con dos dedos de frente puede sorprenderle todo este asunto de los globos espías volando en el espacio aéreo de Norteamérica. Aunque pudimos corroborar como algunos medios estadounidenses sobredimensionaron los hechos y otros tantos elaboraron sendas teorías conspirativas al respecto.
Lo que llamaría la atención en todo caso, es el uso político que se le está dando al tema y la estrategia de comunicación de los dos países involucrados, justo cuando se estaba intentando apaciguar los ánimos con la visita de Blinken al país asiático.
Lamentable que los principales liderazgos políticos en el mundo no se comporten a la altura justo cuando vivimos momentos tan dramáticos que requieren de acciones propicias al diálogo y al entendimiento.