En la historia de la humanidad aparecen sucesos sangrientos que nos refieren a épocas de un salvajismo feroz. La forma injusta en la que Jesucristo fue juzgado, la saña de sus verdugos al momento de su pasión, la rudeza de su flagelación y la crueldad de su crucifixión, según lo narra el Evangelio, no fueron circunstancias privativas del Mesías. Así se trataba a los adversarios del Imperio Romano hace 2 mil años.
Cuando conocemos la inquina con que, hace algunos siglos, la Inquisición perseguía a las mujeres a quienes alguien había acusado de practicar brujería, el suplicio que tenían que padecer en el interrogatorio y la forma artera en la que eran quemadas en la hoguera pensamos en lo lejos que estamos de esas épocas y creemos que hemos superado la barbarie. ¿Y sí la hemos dejado atrás?
Creemos que, con los avances de la ciencia y el progreso tecnológico maduramos como sociedad y como especie, y vivimos en un mundo más civilizado. Desgraciadamente no sucede así. La historia ha demostrado que el salvajismo irracional permanece en la información genética del ser humano y reaparece de forma cíclica, cuando las circunstancias lo permiten.
Después de las épocas doradas de la humanidad, como la de los filósofos griegos, el Renacimiento o la Ilustración, aparecen periodos negros, de intolerancia y de superstición, vergonzosos para la humanidad. El oscurantismo y el esclavismo fueron algunos de ellos, lo mismo que las purgas raciales contra indios en Estados Unidos y chinos en México y otras partes del mundo.
Mención especial merece el Holocausto del siglo XX, en el que más de 10 millones de inocentes, principalmente judíos y gitanos, fueron asesinados por los nazis en el genocidio más espeluznante de la historia de la humanidad. La forma en que fueron vejados, ultrajados, humillados y ejecutados en los campos de concentración del Tercer Reich son una muestra del resurgimiento del salvajismo milenario morador de nuestro subconsciente.
Todavía en el siglo XXI muchas manifestaciones pacíficas contra gobiernos autoritarios han sido disueltas con lujo de violencia, terminando en desgracias colectivas algunas de ellas. Existe también una multitud de casos de abusos y brutalidad policiaca contra miembros de etnias minoritarias, principalmente. El caso más reciente sucedió en Irán el año pasado, donde una joven fue detenida por la policía y golpeada hasta dejarla en coma, de la que despertaría solo para morir un tiempo después, solo por no usar el velo islámico correctamente.
La racionalidad es una cualidad individual que se puede tornar en lo opuesto por influencia del grupo. La irracionalidad regularmente es fomentada por los movimientos en multitud y la brutalidad es más proclive a aparecer en el anonimato de la masa. El mundo necesita leyes más racionales y sobre todo instituciones más fuertes, principalmente las de justicia, para controlar permanentemente al salvajismo irracional del ser humano.