Este martes 3 de enero Rusia atacó de nuevo a Ucrania.
Pero la respuesta del ejército dejó una sesentena de soldados fallecidos a consecuencia del bombardeo ucraniano cerca de Donetsk.
Así lo reconocen las autoridades rusas que suelen ser muy heméticas con ese tema, en lo que se convierte en el mayor número de bajas rusas registradas hasta ahora por una ofensiva ucraniana.
El Ministerio ruso de Defensa deñaló que fueron bombardeados en la localidad de Makiivka, ocupada por Rusia en la región oriental de Donetsk, esto con “con cuatro misiles” de lanzacohetes HIMARS, un tipo de arma entregada por Estados Unidos a Ucrania. Y que al menos 63 soldados fallecieron.
En Ucrania creen los rusos están desesperados.
Uno de ellos es el asesor presidencial ucraniano, Mykhailo Podolyak, quien afirmó que: “lo que más teme Rusia es que Ucrania vaya hasta el final” ya que advierte que “no habrá ningún tipo de acuerdo tras bambalinas como los que son tradicionales para la política exterior rusa”.
Para él Rusia no puede influir en nada, algo que ellos no desean. Ya que no se trata solo de Ucrania, se trata de la influencia de Rusia en los temas conflictivos de la política global”, explicó a la televisión ucraniana, al señalar que Kiev no cambiará su actitud ante la invasión rusa.
Por su parte el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, también se refirió al miedo de Rusia, al señalar que este “se percibe”.
”Hacen bien en tener miedo. Porque están perdiendo. No les ayudarán ni los drones, ni los misiles, ni todo lo demás. Porque estamos juntos. No podrán quitarle la independencia a Ucrania”, aseveró.
El 3 de febrero y pese a ciertas críticas se llevará a cabo una cumbre en Kiev con la comunidad Europea que discutirá entre otros puntos el apoyo militar y financiero para Ucrania por 18 mil millones de euros (19 mil millones de dólares).